Nebraska

Crítica de Sergio "Brujito" Olivera - CiNerd

QUEREMOS TANTO A LAS ROAD-MOVIES
Sergio “Brujito” Olivera

Relaciones conflictivas entre padres y sus hijos, viajes en los que el destino es menos importante que lo que se descubre en el camino, el regreso al pueblo natal y el torrente de recuerdos y viejas relaciones que esto reflota, la naturaleza misma de las personas y sus vínculos; todos puntos temáticos que abundan en la historia del cine. Combinados o por cuenta propia, infinidad de historias se apoyaron en ellos, los usaron como puntos de partida. Hoy por hoy, no vamos a descubrir nada nuevo diciendo esto. Hace años que la originalidad y la destreza de los directores no recae en lo novedoso que puedan llegar a contar, sino en cómo cuentan lo que ya se ha contado tantísimas veces.

NEBRASKA (2013) es un punto alto dentro de esa idea. Alexander Payne logra, en su última película, aunar esa enorme cantidad de núcleos temáticos y salir bien parado. El film se abre a nosotros en forma paulatina, descubriendo progresivamente los pequeños detalles que terminarán conformando esta gran historia y que nos introducirá en la vida de una familia típica. Un padre anciano, que alterna momentos de lucidez y extravío. Un hijo menor con una vida gris, no mediocre, simplemente común. Una madre cansada, hastiada con la vida que lleva junto a su esposo (más bien, la vida que lleva por culpa de su esposo). Un hermano mayor que, comparativamente, es el exitoso de la familia. Payne los embarcará a todos en una road-movie en la que un falso premio funciona como motor de arranque e hilo conductor.

Woody (un tremendo Bruce Dern, galardonado en Cannes por su interpretación), un anciano con atisbos de un naciente Alzheimer, se obsesiona con la idea de haber ganado un millón de dólares al punto que decide viajar a Nebraska a cobrar lo que le pertenece, así sea caminando. Su hijo David (Will Forte) decidirá llevarlo a su destino, obviando la clara oposición de su familia, con ánimos de darle a su padre una razón por la que vivir. En el camino, la pareja viajante hará una parada en el pueblo natal de Woody, donde sus familiares y amigos harán acto de presencia en la historia y en el camino (como personas) que recorrerán el padre y el hijo. Este viaje marcará a la familia en un modo no hollywoodense, ya que no ejercerá grandes cambios epifánicos, sino que los reunirá como núcleo y los pondrá en contacto con aquellas personas con que habían cortado lazos. El acierto de Payne es alejarse de los relatos clásicos estadounidenses, no hay personajes de cualidades exaltadas, no hay grandes revelaciones, ni cambios drásticos en los comportamientos de los protagonistas. La película retrata a la gente común, los habitantes de un pueblo semi-desolado. El director centra el relato en las historias mínimas del pueblo, en la historia mínima de Woody y su hijo, y en los lazos de éstos con el lugar de nacimiento del viejo.

Así, NEBRASKA se convierte en una experiencia pequeña y gigantesca al mismo tiempo. Una película con un despliegue ínfimo (un respiro ante tanta basura grandilocuente) que retrata aquello que el director conoce más, la gente común de la zona del país en la que nació. Un retrato de familia. Más allá de todo lo que puedan vivir Woody y David durante el viaje, el foco siempre está puesto en lo que no se dice, en las relaciones, en los lazos que los unen y que se extienden a sus familiares y vecinos. Cuando en el pueblo natal del viejo se corra la voz del premio que ganó su antiguo coterráneo, cada cual sacará a relucir su verdadera cara. Las pretensiones de unos y otros se harán presentes y desnudarán a las personas que están detrás de las máscaras de amabilidad. Nada más que la vida misma.

Hay que advertir que la película suma todos aquellos elementos que generan un cierto rechazo en el espectador (gracias por la magia, Hollywood). Hoy por hoy, decir que una película está filmada en blanco y negro, con un ritmo lento, sin sucesos explosivos y con muchos diálogos es casi condenarla al fracaso. Lo positivo es que se revalorice este "otro" cine, que figure entre las nominadas a Mejor Película (entre otras nominaciones) en unos premios tan mercantiles como los Oscars es un paso adelante. Al menos un empujoncito más a este brillante film que toma los elementos que dije recién y los mixtura con una serie de paisajes bellísimos, de personajes memorables (June Squibb interpretando a la esposa de Woody y madre de David es simplemente genial), una banda sonora estremecedoramente bella y momentos inolvidables. Imposible no terminar de verla, tarareando y con una sensación de bienestar alrededor de uno. Siempre es bueno que una película nos genere eso. Siempre es necesario.