Nebraska

Crítica de Alan Echeverría - Cinéfilo Club

Million Dollar Oldie

Alexander Payne da cátedra acerca de cómo, a partir de la sencillez, se puede construir una maravillosa obra cinematográfica. Nebraska no se enreda ni pretende presumir demasiado. Tampoco lo necesita. Simplemente transcurre, a su ritmo, manso, de carácter agradable, simpático y sensible a la vez. Y con esa sinceridad que se hace presente en cada una de las escenas le basta y le sobra para conquistar al público.
Con seis nominaciones a los Oscars, el film nos enseña la historia de Woody Grant (labor magnífica de Bruce Dern), un anciano con divagues y síntomas de demencia que insiste en emprender viaje hacia Nebraska para cobrarse un millón de dólares tras recibir una carta que contiene, en su enunciación, un claro y evidente engaño. Pero por más que sus familiares intenten hacerlo entrar en razón, al bueno y testarudo de Woody nada parece detenerlo. Allí interviene uno de sus hijos, David, encarnado por Will Forte (el otro bajo la interpretación de Bob Odenkirk, el propio Saul Goodman de Breaking Bad), para acompañarlo en su obstinada y loca odisea.
Payne acierta cuando combina el tinte cómico con el drama. Logra que los silencios no se sientan incómodos ni densos. Los gags nunca quedan fuera de lugar al mezclarse con el dejo melancólico constante que caracteriza y tan bien le sienta al relato. La película triunfa desde la naturalidad y honradez con que se reflejan las situaciones: el sentimentalismo jamás se percibe forzado y por eso se expande con mayor fuerza. Fuerza que se complementa y crece con la fotografía en blanco y negro para adecuar la narración aún más a la realidad y adornarla así con un refinado baño de delicadeza.
Este road movie recorre con franqueza absoluta las relaciones afectivas entre los seres humanos, con ironías, valores e intereses que aparecen repentinamente. Pone en evidencia el acercamiento por conveniencia de las personas hacia alguien que se vería involucrado en un suceso que lo beneficiaría económicamente. La codicia entra en juego; los pedidos y favores empiezan a asomarse cada vez más. Y Woody, entre su locura y su tozudez, afirma que será acreedor de la suma monetaria. La difícil tarea de David a la hora de escoltar al anciano es recompensada cuando comienza a conocer más a su padre, intercambiando charlas y revelaciones que oscilan entre momentos de trastornos y recuerdos que guardan algo de lucidez.
Woody se pierde, se cuelga y se confunde. Pero no baja los brazos. Su absurda esperanza transporta al espectador a una aventura absorbente, dulce y encantadora. Solo es cuestión de dejarse llevar y disfrutar lo que ofrecen las circunstancias, el dúo protagónico y los secundarios. Muchas veces las cosas más sencillas ocasionan o despiertan los sentimientos más profundos. Y Nebraska es uno de esos casos: la simpleza y sinceridad de su historia cala hondo, conmueve y termina dejando un gran sabor.

LO MEJOR: las actuaciones, principalmente de Bruce Dern. El blanco y negro. La carga emotiva que conlleva. La música, tenue y cautivante. Tierna, casi perfecta.
LO PEOR: en algunas instancias de la primera hora tarda en encontrar el rumbo justo.
PUNTAJE: 9