Nadie vive

Crítica de Pablo E. Arahuete - CineFreaks

La víctima equivocada

El realizador japonés Ryuhei Kitamura (Azumi, 2003) demuestra pericia en este digno ejemplo slasher que llega con dos años de retraso a las pantallas locales. Nadie vive restaura en su relato un viejo tópico de los años 80 que tiene que ver con el castigo moral a las ovejas descarriadas.

Típico elemento del cine de terror de aquellas épocas, las víctimas en este caso son los victimarios y así una banda de delincuentes mixta que se encarga de robar casas y cometer otras tropelías por el estilo secuestran a la pareja equivocada y así se sumergen en una pesadilla de tripas y sangre a cargo de un despiadado psicópata, metódico a la hora de cazar a sus presas (particularmente jovencitas).

El festival de torturas, mutilaciones y litros de hemoglobina está asegurado en una trama que sube en adrenalina y truculencia a medida que avanza, aunque las primeras impresiones de estar frente a un interesante film se van diluyendo tras una prometedora media hora donde todo es factible de ocurrir al verse las víctimas delincuentes en manos de este implacable asesino serial.

Una pequeña subtrama -que por motivos obvios no se revelará en esta nota- aporta la presencia ambigua de un personaje que guarda una estrecha relación con el pasado del asesino a pesar de volverse recurrente promediando la mitad del metraje.

Con un reparto aceptable, donde se destaca la composición de Luke Evans en la piel de esta máquina de matar, Nadie vive cumple con las expectativas de un subgénero ya trillado pero que a veces encuentra algún resquicio para sorprender y estremecer a todo aquel público impresionable.