Nadando por un sueño

Crítica de Santiago Balestra - Alta Peli

Actuaciones eficientes respondiendo a un prolijo desarrollo de personajes.

Cuando uno escucha la premisa de una película como Nadando por un Sueño, no puede evitar escuchar ecos de The Full Monty. Aunque en esta no hay un eco temático tan pronunciado como el desempleo (salvo por uno de los personajes), lo que sí tienen en común es el cómo una actividad física tan peculiar reúne a un grupo de personajes para enfrentar juntos sus miserias individuales.

Encajar los ideales con la realidad

La película abre con un inteligente prólogo que comunica la idea de que una pieza cuadrada  no puede entrar en un agujero redondo, y viceversa. “Encajar”, ese es un verbo de particular importancia a la hora de entender la premisa temática de Nadando por un Sueño.

Dicho encaje no es tanto que un grupo de hombres realice una actividad habitualmente asociada a la mujer (y cuando no, a hombres con un físico mucho más agraciado) como es el nado sincronizado. Sino el prospecto de ser un optimista, un soñador si se quiere, en el más pesimista de los entornos.

El sueño en cuestión no es tanto un ideal de fama y fortuna, sino la búsqueda de sentido y realización personal. Con esa meta en mente, el nado sincronizado es un medio tan válido como cualquier otro para conseguirla.

Detengámonos brevemente en estas dos palabras: pesimismo y sincronía. El camino hacia la realización personal, a través de cualquier método o longitud de tiempo, está pavimentado por el discurso externo, bien o malintencionado, de personas derrotadas detrás de una cómoda máscara de pragmatismo (“Ya no tenés edad para esto”, “No te da la cabeza para hacer esto”, “No es de hombres hacer esto”). Ese pesimismoes el que deben desoír para poder seguir adelante. El que muchas veces, por su sola existencia, hace del “soñar” un modesto acto de rebeldía.

Esa modesta rebeldía nos lleva al tema de la sincronía que, por otro lado, es mucho más que una representación visual a través de la natación coreografiada. Se trata de sincronizar ese sueño, esa realización, con la realidad que los rodea. Tener los pies sobre la tierra, pero no por ello conformarnos cual autómatas. Entender que la felicidad no es tanto absoluta, sino estable: un equilibrio con la tristeza y, ya que estamos, el fracaso. Una medalla podrá no ser la solución a todos los problemas, pero es una meta alcanzable que permite sobrellevarlos y buscar mejores soluciones.

Nadando por un Sueño es una historia que nos enseña a convivir con el fracaso, pasado y presente, entender su papel como base necesaria de un cambio. Entender que eso es lo que nos une como seres humanos, que por mal que estemos, por más bajo que hayamos caído o por más mal que nos miren, no somos los únicos.

Ese factor en común es lo que hace querible al grupo de protagonistas, haciendo del nado una circunstancia. Incluso cuando el espectáculo del desenlace tenga un rigor coreográfico muy afilado y de gran riqueza.