Muere monstruo muere

Crítica de Emanuel Juárez - Cinergia

Miedo al miedo

Muere, monstruo, muere (2018) es el segundo largometraje del director argentino Alejandro Fadel, a quien conocimos con el thriller Los Salvajes (2012) y representa el resultado de una coproducción con Francia y Chile. Estrenada en el Festival de Cannes de 2018, dentro de la sección Un Certain Regard, fue recibida con elogios y ahora le toca el turno de recorrer las salas argentinas.

La historia transcurre en una lúgubre y angustiante Cordillera, rodeada de planos panorámicos, pero repleta de lugares oscuros. Allí se suceden una serie de asesinatos, todas las víctimas son mujeres y se respira una atmósfera siniestra y monstruosa.
Cruz, un policía de pueblo frustrado y solitario, es nuestro protagonista y lo que comienza como la investigación del asesinato de una campesina, va tomando otro color. Un guion lleno de sorpresas, acompañado de una poderosa fotografía, una puesta técnica impecable y un elenco más que sólido, trasforma a Muere, monstruo, muere en una experiencia terrorífica y arriesgada.

Con claras referencias que aluden a la violencia de género, los femicidios, la representación del miedo y la paranoia, la película nos remite al cine de Cronenberg y a su vez, a las historias más retorcidas de Carpenter, pero no por esto se vuelve un largometraje sin identidad propia, porque eso tiene de sobra.

Fadel, declarado fanático del género, demuestra conocer los lugares comunes del mismo, pero no busca ir a lo fácil. Con su virtuosa mirada, nos lleva a recorrer un viaje a la locura del propio ser humano, mediante situaciones perturbadoras y difíciles de olvidar.