Mommy

Crítica de Gustavo Castagna - Tiempo Argentino

Amor y odio filial.

Tiene solo 26 años, cinco películas premiadas en festivales de primer nivel, el periodismo le dio el mote de "enfant terrible" y se dedica a provocar con sus temas y elecciones de puesta en escena. Con menos de 20, el quebequense Xavier Dolan presentó Cómo maté a mi madre en Cannes y luego vinieron otras ficciones en donde se cruzan las relaciones humanas, los padres ausentes, la homosexualidad (Los amores imaginarios; Tom en la granja) y el cambio de sexo (Lawrence Anyways) y la figura materna como eje central de todas las tramas. El arco parece cerrarse con Mommy, visión de Dolan sobre el combo madre-hijo ahora con menos virtuosismo que en la opera prima pero con los mismos vicios e inquietudes estéticas que caracterizan a su prolífica obra. En un mundo distópico donde las madres tienen el derecho de desprenderse de sus hijos cuando estos representan una amenaza no solo social, Mommy presenta a Diane (Dorval), madre soltera con un violento e irascible hijo adolescente (Pilon), a quienes se sumará más adelante una vecina (Clément), de profesión escritora, quien no se sabe por qué razón está perdiendo el habla. Dos madres y un hijo revoltoso, la síntesis perfecta para un cineasta como Dolan, que invita a contemplar peleas, gritos histéricos, violencia física teñida de cinismo y esa obsesión por el diseño de vestuario que tanto satisface a este rebelde de postulados edípicos mezclados con partículas de psicodrama que terminan siendo devoradas por un esteticismo vacío y a la moda. Las dos notables actrices (fetiches del director) y el protagónico de Pilon, que sustituye a Dolan intérprete, suman para bien de la película. Uf, por lo menos, el film zafó de un engreído actor.