Moana: Un mar de aventuras

Crítica de Walter Pulero - Cinergia

Donde el cielo se junta con el mar

Moana es una adolescente rebelde, inteligente, valiente, independiente e implicada con el bienestar de las personas que viven junto a ella en una pequeña isla polinesia. Motivada por las leyendas que le contaba su abuela, está decidida a explorar que es lo que hay más allá del océano, a pesar que está llamada a heredar el gobierno de una isla del Pacífico Sur y su padre, el Jefe Tui, le inculca que por nada del mundo deberá ir más allá de la línea de los arrecifes. Pero cuando su tribu comienza a sufrir consecuencias naturales, es propicio para que Moana tome un pequeño bote y emprenda su aventura.
Moana mantiene esa tradición característica de Disney pero llega con un planteo que no cuentan los clásicos cuentos de princesas. Para comenzar justamente ella no es princesa, sino que es hija del jefe de la tribu maorí a la cual pertenece. Otro punto interesante es que Moana no tiene un interés moroso ni un villano concreto. Podemos decir que los miedos a la madurez, la transición generacional y busca de identidad son quienes ejercen el rol infame de turno.
John Musker y Ron Clements nos entregan una nueva dosis de espectáculo visual. Este dúo de directores son los responsables de La Sirenita, Hércules y Aladdin, y quienes juegan un papel principal en esta nueva apuesta. La atractividad está dada a partir de los increíbles escenarios, las texturas del océano, el cabello de Moana e incluso los tatuajes de Maui. En esta oportunidad los directores encuentran su trabajo reforzado por una segunda pareja, compuesta por Don Hall (coguionista de Las locuras del emperador y Tarzán) y Chris Williams (realizador de Bolt).
En su versión original, Auli’i Cravalho es quien le pone su dulce voz a Moana y Dwayne “The Rock” Johnson (excelente) quien le presta al semidios Maui su porcentaje de insolencia y gracia.
Moana también cuenta con buenos personajes secundarios, que si bien no están a la altura de otros muy recordados por todos, mantienen el humor de la película. Y claro que no podemos dejar de lado a las canciones. La música y temas escritos por Lin-Manuel Miranda (la cabeza que creó Hamilton, el mayor éxito de Broadway en los últimos años) elevan a la película a un musical del más alto nivel, donde ninguna de las canciones están de relleno y las letras se nos pegan casi sin darnos cuenta.

Moana tiene todo lo necesario para entretener, gustar y dejar un mensaje sea cual fuera la edad del espectador. No se queda solo con ser una niña bonita y nos da una lección acerca de cumplir los sueños y que el horizonte no es el límite para hacerlo.