Moana: Un mar de aventuras

Crítica de Leonardo González - Río Negro

A la conquista de los mares y los corazones

Hace miles de años los mejores marineros del mundo viajaban a lo largo del océano Pacífico descubriendo nuevas islas, pero un buen día sus viajes cesaron y aún nadie ha descubierto porqué.

Moana (Auli’i Cravalho), una joven apasionada e intrépida que siente un fuerte vínculo con el mar, es la hija adolescente del líder de una tribu que habita las islas del Pacífico Sur. Ella está dispuesta a resolver el misterio sobre sus antepasados.

Siguiendo el consejo de su abuela Tala (Rachel House), la joven decide hacer oídos sordos a la prohibición de su padre de permanecer en la isla, y se lanza a los confines del Océano en compañía de su mascota, un torpe gallo de nombre Heihei (Alan Tudyk).

Moana irá en la búsqueda de Maui (Dwayne Johnson), un semidiós con un anzuelo mágico que le permite convertirse en cualquier animal que hace 2000 años le robó el corazón a Te Fiti, la isla madre. Ese corazón albergaba el mayor poder jamás conocido: podía crear vida. Al hacer esto, se desató una terrible oscuridad que ahora amenaza la vida y el hábitat de todos los isleños de la región.

Moana tiene que encontrar a Maui, después buscar el anzuelo mágico que éste perdió cuando se enfrentó a Te Kā, un demonio de la tierra y del fuego que también quería el corazón; y juntos ir a devolver la joya. Maui primero es reticente en ayudar a la joven, pero cuando finalmente entiende que el Océano la ayuda -literalmente- y que le dio el corazón perdido para que se lance a esta aventura, se unirá a ella en esta gran aventura.

Qué bien que le hizo a Disney la adquisición definitiva de Pixar, porque desde ese tiempo a esta parte sus películas de animación no han parado de subir sus estándares. Está claro que Walt Disney Animation Studios algo aprendió de la compañía que nos regaló “Toy Story” (1995) y en estos años hicieron films como Enredados (Tangled, 2010), Ralph, el Demoledor (Wreck-It Ralph, 2012), Frozen: Una Aventura Congelada (Frozen, 2013) y Zootopía (2016), entre otros. Pero con Moana: Un Mar de Aventuras (Moana, 2016) tocaron el cielo. Este largometraje funciona casi a la perfección con sus tres ejes centrales: buena trama, grandes personajes y una banda sonora increíble.

No es muy difícil imaginar lo que plantean este tipo de films que establecen siempre los valores morales y que apelan a nuestro humor y emotividad para darnos su mensaje. Pero Moana lo hace con un relato simple, directo y sin bajezas. Los personajes, incluso los “villanos” como Tamatoa (Jemaine Clement) el cangrejo gigante, están sólidamente construidos y se vuelven entrañables. Dwayne Johnson, utilizando sólo su voz, le da todo el carisma necesario a Maui y hace que queramos ver más y más de él. Por último, las canciones de los compositores Lin-Manuel Miranda y Mark Mancina son maravillosas (no les extrañe que queden maravillados al escucharlas).

Hay que mencionar que John Musker y Ron Clements han dirigido y escrito films como La Sirenita (The Little Mermaid, 1989), Aladdin (1992) y La Princesa y el Sapo (The Princess and the Frog, 2009), entre otras cosas; así que ya saben el tremendo talento que hay detrás de cámaras. Ah, nunca está demás repetirlo: el trabajo técnico es tan asombroso que, si uno se descuida, puede llegar a pensar que los fondos son imágenes reales. Impresionante.

Dos cosas más para terminar. Moana viene precedida del corto Cabeza o Corazón (Inner Workings, 2016), que cuenta la historia de la lucha interna entre el lado pragmático y lógico de un hombre y su espíritu libre y aventurero. Y quédense hasta el final de los créditos que hay una escena bastante graciosa que vale la pena que vean. “Moana: Un Mar de Aventuras” es una gran película de animación que tiene destino de clásico. Sean testigos del comienzo de su leyenda.