Moana: Un mar de aventuras

Crítica de Diego Curubeto - Ámbito Financiero

Una aventurera polinesia pasteurizada por Disney
Una niña de las islas polinésicas, Moana, es la nueva heroína de Disney, un estudio que película tras película demuestra una clara evolución formal, a la que no acompaña el piloto automático del guión.

Dada la tradición marinera de la cultura polinésica, llama la atención que esta nueva producción animada de los estudios Disney se centre justo en una rama de esa civilización que no se atreve a pescar más allá del arrecife que rodea la isla donde vive. El titulo hace referencia no sólo a una famosa estrella porno italiana (lo que provocó que en ese país le tuvieran que cambiar el nombre a la protagonista y al film), sino también a una película filmada en locaciones reales en 1926 por el genio de los documentales étnicos, Robert Flaherty. Pero las tradiciones de los films de Disney son otra cosa, sobre todo si están concebidos al estilo exitoso pero menos jugado de musicales como "La sirenita" y "Aladdin", algunos de cuyos creadores están involucrados en esta producción.

Al empezar el film, Moana es una chiquita con unos ojos enormes e increíbles que, por suerte, no pierde en las escenas donde se la ve más crecidita. A ella, igual que a todos los niños de su isla, les repiten historias terroríficas que explican por qué no deben navegar más allá del arrecife (este tipo de imágenes seudomitológicas, que abundan en la película, son lo mejor tanto en animación como en dirección de arte).

El problema es que cuando por alguna crisis ecológica los cocos se ponen feos, la pesca desaparece, y los habitantes de la isla se quedan sin comida, no queda más remedio que pensar en aventurarse en el mar, y la única que se atreve, apoyada por su abuela, es la protagonista, acompañada solamente por dos personajes, incluyendo un gallo medio loco y multicolor que pica piedras y le teme al agua. La historia está contada en piloto automático, sin mucha fluidez debido al exceso de canciones que, más allá de que puedan sonar un poco insípidas en su monocorde estilo polinésico revisado por Disney, atentan contra la fluidez narrativa. Eso si, el personaje de Moana es encantador, y hay lindas y coloridas imágenes.