Mi primera boda

Crítica de Isabel Croce - La Prensa

Fiesta de casamiento con escollos

Con subtramas bien elaboradas y un equipo de lujo, "Mi primera boda" crece y se convierte en una divertida comedia, tan poco tratada por el cine argentino como género, como si se tuviera miedo de burlarse de uno mismo y no parar de reír.

Adrian dirigiéndose al espectador aconseja que no se case y recuerda los problemas de su boda, hace muy poco tiempo. Ese es el comienzo de "Mi primera boda", la nueva película de Ariel Winograd.

El y Leonora, estuvieron de novios y esperaban casarse en una mansión de lujo, rodeados de toda la familia y los amigos. Pero nada resulta perfecto si las cosas se complican.

Un ex novio de la chica, aparece con ganas de reiniciar la relación; la madre del novio espera algo que impida que al nene se lo lleve una pareja goj, mientras el primo trata de mejorar su mala relación con Leonora ayudando al novio y Adrián, cree enloquecer cuando se le pierde el anillo en el parque, punto clave del desbarajuste siguiente.

Todos los clisés de una fiesta de casamiento, de los amigos y amigas de la pareja, los suegros o los que bendecirán la ceremonia, pasan por "Mi primera boda".

FRESCURA Y ALEGRIA

La ex de Adrián, la "asistente de casamiento", el tío anciano que decide reanudar su vida sexual e iniciarse en la droga. Una suerte de caos necesario para que todo culmine con una torta de varios pisos, dos muñequitos que fetichizan la felicidad y una novia feliz con vestido largo.

La perfección se va a desmoronar, ex novios presentes, autoridades religiosas perdidas, todo parece haberse combinado para que el desbande sea total.

El director de "Cara de queso" ya nos tiene acostumbrados a chistes y situaciones con humor y buenos actores. Aquí reaparecen muchos de sus personajes, que en vez de habitar un country judío como aquél donde sucedía su película anterior, parecen haberse desplazado a esta mansión en medio de la nada.

EQUIPO DE LUJO

Ariel Winograd, con un sólido guión, envuelve de risas y sonrisas la sala de cine y lo hace con sanos recursos y un ritmo y sentido del "tiempo narrativo" llamativo.

Con subtramas bien elaboradas y un equipo de lujo, "Mi primera boda" crece y se convierte en una divertida comedia, tan poco tratada por el cine argentino como género, como si se tuviera miedo de burlarse de uno mismo y no parar de reír.

Son de primer nivel los trabajos de la pareja joven, especialmente la encantadora Natalia Oreiro, el divertido Martin Piroyanski, Imanol Arias como el ex novio y los impensables Patricio y Fabio, sacerdote uno, rabino el otro (Mundstock-Rabinovich), conducidos en un auto de alquiler hacia cualquier destino, menos el que los aguarda.

Soledad Silveyra, la madre coqueta, continúa el personaje de "comehombres" que en "Cara de queso" tomaba otras características y Martín Piroyanski se luce como el primo pesado, deseoso de elevar su estima ante la novia que lo detesta. La banda sonora acompaña con estilo un filme divertido y muy argentino.