Mi gran boda griega 2

Crítica de Patricia Relats - El Espectador Avezado

Cuando la primera parte se estrenó, allá por el 2002 enganchó por una serie de cosas. Primero por ser la historia de amor de la actriz con su verdadero marido que en la película hace del sidekick del galán (sí, Hollywood juega con nosotros) y por ser una comedia sin pretensiones que termina con el mensaje positivo de que lo más importante es la familia. ¿Qué es una boda sin tradiciones?
La segunda parte es exactamente la misma lógica, sin el impacto de la novedad y sin que quieras conocer al paquete que viene detrás de ella. El elenco completo volvió sin sumar molestias y sigue teniendo el aura de la primera con su tono relajado y tierno. Pero, de nuevo, no estás sumando elementos si no explicando cómo siguieron por los siglos de los siglos.
El film es producido por Tom Hanks y se ve su buena veta para la comedia y para reconocer los recursos importantes. Y, tal vez, para darle trabajo a su mujer.
En este caso la historia parte del momento en el que Toula, nuestra protagonista, ya es madre de una adolescente que pronto volará del nido y no la tendrá más, entonces también empieza a hacerse cargo de sus padres porque lleva tanto tiempo pensando en cuidar a otros que se olvidó de ser simplemente ella. Recupera los mini dramas, la lógica de la familia ruidosa y unida a pesar de conocerse y los ritos que hacen que todos nos reunamos.
Volvemos al set de Chicago, con pocos exteriores para no encarecer el presupuesto y el armado del barrio que tan bien funciona en la comedia, es otra forma de priorizar costos. La historia no sufre ya que hasta te recuerdan los lentes de ella de la primera y la secuencia con las elipsis de las citas de ellos dos que tan bien funcionaron en la anterior entrega. Pero, tampoco hay demasiada historia por sufrir. Ya la primera se basaba más en conocer a los griegos que en otra cosa porque ni siquiera hay un momento de duda antes de llegar al altar.
Las segundas partes son muy cuestionadas. No se sabe si son necesarias, buenas, malas, etc. Son términos muy discutibles. Por lo pronto es una continuación que no perdió la frescura y entendió dónde está la identidad de la historia, que es diminuta y casi carente de conflicto. De esas pelis que podés ver mil veces sin que te moleste en el sillón de tu casa y que si pagás la entrada sabés qué vas a ver. Mi consejo es que si no sos muy fan de la primera, esperes un poco y la veas desde el fondo del sofá. Con una manta y un kilo de helado, sube un par de puntos más.