“Mi amigo Enzo” es una película familiar, que sigue una línea parecida al film que protagonizó Richard Gere, “Siempre contigo”. Basada en la novela “The Art of Racing in the Rain” del autor Garth Stein, está protagonizada por Milo Ventimiglia, Amanda Seyfried y Kevin Costner, en los papeles principales. Dirigida por Simon Curtis y escrita por Mark Bombark, cuenta la historia de una familia vista a través de los ojos de un can. Enzo es un perro con objetivos: anhela reencarnar para siempre, recordar a su fiel amigo, su amo, y toda su familia, porque es un perro feliz. El perro, por supuesto, es entrañable y casi humano, de esos cuyos dueños suelen decir: “solo le falta hablar”. La cinta cae más en el drama que en la comedia aunque se venda como comedia dramática. Presenta pocos gags, algunos efectivos y otros pobres. Al menos para aquellos que consideran a la mascota como uno más de la familia, entretiene e identifica. Es sensiblera, pero si uno ama a los animales esto es un detalle menor. El problema está con los espectadores que no entablan esa relación con sus mascotas. El guión es original, cuenta la historia de un hombre, de sus sueños y deseos, que de alguna manera comparte primero con su perro y después con la familia que logra formar. Hace un paralelismo entre la vida de este hombre como corredor no tan exitoso pero con muchas probabilidades de éxito, con sus deseos como padre de familia. Obviamente algunas curvas en la vida aparecen de repente, no así en la pista y todos los sueños y deseos trastabillan. Parece que en el film nada es tan perfecto o ideal; tal vez como la vida misma. Y es en las vicisitudes tremendas donde se ve la naturaleza de este vínculo hondo que une a todos, inclusive al can. La fotografía y el montaje son dignos de destacar y juegan un papel preponderante, hace mucho más atractiva a la cinta. Los personajes fluyen y la construcción de los personajes secundarios consiguen un papel de mayor peso en el film. A lo lejos se ve que es un libro convertido en película. Es apta para quienes gustan de las adaptaciones de los libros a films y para quienes entablan vínculos fuertes con sus mascotas: entretiene y hace llorar. Para los espectadores que no reaccionan de la misma manera, van a pasar un buen momento y la música los transportará a años anteriores y al meollo de la historia.
Kevin Costner el conductor sentimental de un perro. «Mi amigo Enzo» una película que ilustra y conceptualiza la vivencia de una mascota que enfrenta contra viento y marea la comprensión sobre las emociones humanas. Sus propias ideas, sentidos y astucia. Hay un tratamiento particular atento a la perspectiva canina. Por. Florencia Fico. El argumento de proyección cinematográfica es sobre un perro al que su dueño Denny Swift (Milo Ventimiglia) le pone el nombre «Enzo» por el creador de la fábrica automovilística Ferrari ya que él es un piloto de carreras. El título original de la película estadounidense «El arte de vivir bajo la lluvia» no es azaroso se justifica por muchos momentos en estados críticos de los personajes. Ya sea por la muerte, enfermedades, deseos postergados, carreras perdidas, distancias entre familiares, ausencias, desesperación, denuncias injustas y padecimientos que se instalan en todo el filme. La fotografía de Ross Emery inicia una captura general sobre el animal ya adulto acostado en el suelo haciendo zoom en el encuentro con su amo Denny quien lo alza lo que crea una escena de contención, apela al vínculo eterno con la mascota. Por otro lado hay planos americanos que muestran el contacto entre ellos cuando ven en televisión carreras y Denny toma las patas de Enzo como manubrio que demuestra otra sensación la de ternura. La cámara se sumerge en la casa de Denny para visibilizar su amistad. Por un lado, Ross Emery también logra de manera exitosa ubicar una cámara sobre la cabeza del perro similar a un contrapicado que nos pone en la piel de la mascota. Su mirada, perspectiva, mareos, juegos, travesuras, la cotidianidad diaria, imaginación y caminatas extensas con Denny. Elabora un libro capítulo a capítulo del perro desde su adopción hasta su último aliento. Por otro, la permanente autoridad de los humanos sobre los animales, expone las tristezas de los personajes, los retos e insultos a Enzo, cuando rastrea comida, las confesiones que cualquier persona le hace a su mascota, la tranquilidad que les transmite tocar su pelaje y sentirse mejor. Milo Ventimiglia in The Art of Racing in the Rain (2019) La dirección de Simon Curtis tiene como punto de partida la voz de Kevin Costner para la narración del guion que Mark Bombak que conjuga en base a la novela «The Art of Racing in the Rain» de Garth Stein y las interacciones con los diferentes actores. Costner es el vocero interior de Enzo sus pensamientos, reflexiones, expresiones, inseguridades, manifestaciones lúdicas, sus gustos como perseguir autos, escuchando conversaciones, su observación en las pistas de carrera, exclamaciones, interrogantes y acompañamiento incondicional casi lazarillo y no el de Tormes si no con rebeldía y osadía. El actor Kevin Costner con su voz grave y rasposa pone en evidencia el paso del tiempo, la intensidad y contundente convicción de las percepciones de una mascota a través de su registro vocal que siempre se relaciona con liderazgo. Costner fue empresario y deportista en distintas disciplinas con éxito. Así sucedió cuando repuntó el género del western o películas con enfrentamientos entre vaqueros. El que género que despliega el filme es comedia dramática y compañerismo con animales. Al comienzo Enzo es un explorador en una nueva casa, hace sus necesidades donde no debe lo que provoca risa aunque esa incontinencia le servirá para también mostrar su enojo con los personajes. La convivencia con Denny es un aprendizaje de sus conductas cuando Denny se propone ser corredor de Fórmula 1; Enzo escucha los comentarios deportivos en los programas de televisión sobre distintas estrategias para ganar los torneos. Enzo se convierte en un amuleto de buena suerte para Denny en las carreras. La mascota se apropia de los comportamientos humanos, sus emociones, ansiedades, depresiones, angustias y la demanda intelectual para pasar todos los niveles para llegar a la victoria. El perro tiene en su mente palabras como: «adrenalina», «aceleración, «paciencia», «velocidad», «presión», «motores»(y su sonido), «maniobras», «equilibrio», «riesgo» y «gasolina»( a partir del olfato). Amanda Seyfried in The Art of Racing in the Rain (2019) Denny conoce a Eve (Amanda Seyfried) una profesora de inglés con una sonrisa cautivadora y Enzo reconoce en ella distintas fragancias, cuidados, protección, calma, sus caricias y su empeño en apoyar a Denny a cumplir sus sueños. Ahora la atención se corre a ella pero Enzo es espectador del romance y comprende que es un nuevo integrante del hogar. La acompaña cuando se casan cerca del océano él lleva los anillos de compromiso, también en su embarazo, las patadas de su vientre cuando se mueve y él oye la situación. Aunque ahora la palabra que empieza a rebotar en la familia es: «el dinero». La plata es el desencadenante de los principios dramáticos del filme, las peleas y discusiones con el mantenimiento del hogar. Los abuelos maternos de «Zoe» la niña recién nacida del matrimonio empiezan a entrometerse y juzgar el estilo de vida de Denny cuestionan su vocación, redito y estabilidad económica. Eve defiende a su pareja y sostiene a veces de manera muy solitaria el oficio de su marido. Esto comienza a pasarle factura en su salud y Enzo está ahí ve sus vómitos, malestares y desmayos imágenes que ponen en manifiesto tragedia, preocupación por esconder su debilidad ante Denny para que él se enfoque en llegar a ganar pero pierde. Amanda Seyfried in The Art of Racing in the Rain (2019) En una caminata en un bosque Eve se desploma y Enzo empieza a ladrar tanto que la van a asistir con una unidad de emergencias sanitarias, en sus estudios descubren cáncer. Ella se traslada a su hogar natal con sus padres para pasar su tratamiento con ellos. Esto limita su relación con Denny y Zoe asimismo él debe hacerse cargo del hogar y empieza a trabajar como mecánico para llevar sustento a su casa. Cuando fallece Eve sus padres quieren quitarle la custodia a Denny lo que completa el panorama amargo y hostil para Denny, sumido en una profundo decaimiento en este tiempo su rendimiento cae, todas sus ilusiones se desmoronan. Pero ahí está Enzo quien le sigue, anima y estimula a continuar con sus anhelos como querría Eve, ese espíritu que jamás renuncia y renace en el alma del humano como defensa y resiliencia. La adaptación a cargo de 20th Century Fox que hicieron los productores de «Marley y yo» en «Mi amigo Enzo» pudieron darle un giro impredecible cuando se apuesta a un filme con componentes simples como la participación de Kevin Costner como narrador lo que le sumó seriedad al guion. La interpretación de Amanda Seyfried conmueve la actriz transfiere sus diferentes estados de ánimo la resistencia y sufrimiento. Milo Ventimiglia es un actor transparente sus escenas le dieron posibilidad de mostrar distintos matices ya sea melodramático y aplicado con la competición que lo aprovecha de sus actuaciones como el hijo de Rocky Balboa o jugador de fútbol en She’s All That. La cinta dura 109 minutos y tiene el siguiente reparto: Milo Ventimiglia, Amanda Seyfried, Kevin Costner, Kathy Baker, Gary Cole, Karen Holness, Martin Donovan, Al Sapienza, McKinley Belcher III, Nicole Anthony, Ryan Kiera Armstrong, Patrick Roccas, Aliza Vellani, Elizabeth Bowen, Andres Joseph, Ian Lake, Leo Li Chiang, Gianpiero Cognoli, Eli Gabay, Donald Heng, Jim Pagiamtzis, Lily Scott, Cindy Senaud e Ian Hawes. La producción estuvo a cargo de Original Film, Starbuks Entertainment y Universal Pictures. Puntaje: 85.
El subgénero de películas con perros recurre generalmente al golpe bajo y, si en la historia, también hay niños, las probabilidades aumentan exponencialmente. Mi amigo Enzotiene sus momentos lacrimógenos pero está está narrada a partir del punto de vista de Enzo, un golden retriever -con la voz de Kevin Costner- que rememora su vida junto a su dueño Denny -Milo Ventimilgia-, un piloto de carreras sin continuidad laboral pero con aspiraciones para llegar a la Fórmula 1. El relato apela a la emoción desde el comienzo y presenta el mundo y las rutinas de Enzo, un can con una concepción avanzada de lo que significa ser un humano e incorpora información mientras aprende a convivir con otras personas del seno familiar. Y llega Eve -Amanda Seyfried-, la joven profesora que enamora a Denny, y pertenece a una familia adinerada que no ve con buenos ojos al pretendiente de su hija. La familia se amplía, y el choque de costumbres y clases sociales se adueña de la historia que transita por el drama e incluye a los fieles amigos de Denny y las carreras de autos como fuente de inspiración para el perro protagonista. "El arte de correr bajo la lluvia", el título original de la propuesta basada en la novela de Garth Stein, dice más que la traducción local de este relato dirigido con corrección por Simon Curtis, el mismo de Adiós Christopher Robin y Mi semana con Marilyn, en lo que parece ser más una película de encargo que lo separa del estilo de sus trabajos anteriores. Sin embargo, el resultado no desentona por la eficaz vuelta de tuerca que coloca a Enzo y al automovilismo, con sus inesperadas curvas, como disparadores de los conflictos de la trama. Las lecciones aprendidas, el círculo de la vida, el amor, las pérdidas y la reencarnación, completan los tópicos de este filme que invita a llevar pañuelos!.
Tan solo una vuelta más Un perro que cree en la vida después de la muerte anhela reencarnar en un ser humano y tener una lengua que le facilite hablar para así, recordar a su mejor amigo y compañero. El film trasmite la idea de que los animales están mas conectados que nosotros con la espiritualidad y con cuestiones del alma. Mi amigo Enzo (The Art of Racing in the Rain, 2019) es una película dirigida por Simon Curtis y escrita por Mark Bomback, basada en la novela de 2008 del mismo nombre del autor Garth Stein. En ella Denny (Milo Ventimiglia), un piloto de carreras, adopta a Enzo (voz de Kevin Costner) que resulta no ser un perro como los demás sino un líder como él. Desde cachorro le brindará su apoyo, lo acompañará y se convertirá en su mejor amigo. Estará presenta en los momentos más importantes y difíciles de su vida, el casamiento con Eve (Amanda Seyfried), y en el nacimiento de su hija Zöe (Ryan Kiera Armstrong). Enzo comprende la condición humana e intuye que las técnicas que se necesitan en la pista de carreras también pueden aplicarse para navegar de manera exitosa el trayecto de la vida. Simon Curtis consigue que veamos la historia desde el punto de vista de Enzo, su constante y atinada respuesta en su mirar con la voz de Kevin Costner confluyen en una película fresca y original. Las demás actuaciones, en especial la de Milo Ventimiglia, resultan creíbles, dejan en evidencia que no es necesaria una exacerbación dramática para emocionar al espectador. El guion no es predecible consiguiendo dar una vuelta de tuerca interesante, difícil y realista tratado con mucho respeto y con un conocimiento profundo, el amor hacia los perros. Con reminiscencias a Marley y yo (Marley & Me, 2008) y a la española Todo lo que tú quieras (2010), ésta última por la fuerte relación padre-hija, la película también es una mirada hacia el mundo desde otra perspectiva que amplía el panorama humano. Cuando podría afirmarse que está todo dicho en cuanto a perros en el cine, el trayecto del relato cuenta con giros inesperados, con la finalidad de enseñarnos algo más de estos animales. En este punto crucial es donde nos encontraremos con una profunda reflexión personal sin juicio alguno sobre los temas expuestos.
Lugares comunes y más lugares comunes para una película en la que arrastra una fórmula probada, enfermedad, muerte, lealtad, adicionándole una trama judicial que intenta perjudicar al protagonista de la historia, no Enzo, el perro, sino Milo Ventimiglia, quien demuestra menos ductilidad que el can, que en el off tiene voz de Kevin Costner.
Bien dicen que lo más difícil para trabajar en el cine es hacerlo con chicos y con animales. Mi amigo Enzo no tiene a un niño, tiene a un perro, un Golden retriever que, claro, va a sufrir. Pero mucho más hará sufrir a los espectadores. Mi amigo Enzo no pega golpes bajos. Pero si arranca con el can Enzo, ya mayor, esperando que llegue su dueño a casa para limpiarlo, porque no se ha podido levantar para hacer sus necesidades, es que el relato seguramente hablará de la entrañable unión, más que amistad, entre uno y otro. Y de eso se trata, tanto la película como la relación que cualquiera de nosotros puede entablar con su mascota. Enzo se llama así por Enzo Ferrari. Es que Denny (Milo Ventimiglia, de This Is Us), es fanático del automovilismo. Y ansía correr en la Fórmula 1. Adora la escudería Ferrari, y cuando compra su cachorrito, no duda en cómo bautizarlo. A partir de allí, y con la reconocible voz de Kevin Costner narrando la película como Enzo, que filosofa sobre la vida desde su visión a cuatro patas, la película irá ganando en simpatía y empatía. Denny conocerá a Eve (Amanda Seyfried), que será su esposa y madre de su hijita. Cuando aquélla deba pasar por una difícil situación, que conllevará otra no menos difícil para la vida de Denny -que, como es piloto y corredor de autos, debe ausentarse del hogar más de lo que quisiera-. Y cuando finalmente regresemos al comienzo, con Enzo ya mayor… Mi amigo Enzo pasa a sumar en la filmografía predilecta de aquéllos que quieran a los animales, de eso no hay duda. Es cierto, también, que la trama va pegando cada vuelco y revolcada que dejará a más de un espectador por momentos desconcertado. No siempre Enzo es el protagonista, ni sobre el que recae la mayor importancia de lo que acontece en la pantalla. Pero ésta es una película para ver en familia, con los chicos, o para llorar a moco tendido en soledad. Como usted prefiera.
Marley y yo, Siempre a su lado, Beethoven, La razón de estar contigo...La lista es larga (y en el terreno de la animación todavía más) porque los perros siempre han generado una fuerte atracción en la pantalla. En este caso, el inglés Simon Curtis dirigió la transposición del éxito literario de Garth Stein (173 semanas de permanencia en la lista de best sellers de The New York Times) que resulta un melodrama que invita (casi que obliga) a la lágrima fácil, al llanto profuso. Lo primero que llama la atención de la película (y la novela) es que está narrada íntegramente desde el punto de vista de Enzo (un terrier en el libro; un golden retriever en la película), cuya voz en off corre por cuenta de uno de los actores más nobles de Hollywood, Kevin Costner, quien aporta todo su profesionalismo para sobrellevar unos cuantos parlamentos (pensamientos caninos) que derivan en frases altisonantes y aleccionadoras sobre la lealtad y el sentido de la vida. Enzo es el ladero querible e inseparable de Denny Swift (Milo Ventimiglia), un corredor de autos de Seattle con más talento que suerte. Cuando está a punto de dar el gran salto profesional, algún contratiempo le ocurre. Enzo lo acompañará en los distintos circuitos y -con algo de celos- cuando vaya formando una familia. Mi amigo Enzo abordará durante sus casi dos horas unas cuantas situaciones extremas (enfermedades terminales, juicios generados desde la maldad) en una extraña combinación entre película "tuerca", fábula para toda la familia y drama lacrimógeno con algún que otro golpe bajo.
Es una mezcla de la vida de un perro, considerado un miembro de la familia y de un corredor de autos de carrera experto en manejar cuando llueve (de ahí su titulo en inglés “The arte of racing in the rain” y el nombre del perro en honor al famoso constructor de autos de carrera). Es decir ternura garantizada de parte del animalito que narra con la voz de Kevin Costner lo que le ocurre al protagonista, Milo Ventimiglia (“This i sus”), un piloto de primera línea. El pichicho lo observará todo, la relación con su esposa Amanda Seyfried, de triste destino, su hija y sus suegros conflictivos. Pero también hay muchas tomas de carreras para que el melodrama enganche supuestamente a los aman este deporte. Una fórmula que funciona pañuelo en mano para los momentos lacrimógenos que tienen dos puntos de emotividad infalibles. El director es conocido por películas de mayor nivel como “Mi semana con Marilyn”. Su guionista, Mark Bomback muestra algunos momentos de ingenio y humor negro, con muchas líneas e texto de la novela en la que se basa, de Garth Stein, un best seller. Nada de lo que ocurre escapa al género de comedia dramática con animalitos que resultan ser los verdaderos protagonistas. Los que más se esfuerzan son la Seyfried y Costner que le aplica variedad de tonos e ironía donde puede a los textos de poco vuelo. Martin Donovan se calza el papel de villano y Kathy Baker tiene una escena para lucirse en el juzgado. En suma un entretenimiento que sigue las reglas de juego que busca la lágrima sin disimulos y entretiene.
Vida de perros, pero en más de un sentido La mascota bautizada en honor a Ferrari es testigo de las fatalidades que sufre un prometedor piloto de carreras. Se sabe: el perro es el mejor amigo del hombre y a veces también de los productores de cine, que a fuerza de insistencia transformaron a los dramas con canino incluido en un subgénero. Su esfuerzo se apoya en un público fiel que paga las entradas, convirtiendo en éxito a películas como Marley y yo (David Frenkel, 2008), Siempre a su lado(Lasse Hallström, 2009), La razón de estar contigo (de nuevo Hallström, 2017) y La razón de estar contigo 2(Gail Mancuso, 2019) o Mis huellas a casa (Charles Martín Smith, 2019), por nombrar las últimas que se estrenaron por acá. Incluso hay quienes hicieron carrera en esto, como el citado Hallström o W. Bruce Cameron, autor de las novelas en las que se basan las tres últimas, y guionista de ellas junto a Cathryn Michon. La mención es útil para abordar el estreno de Mi amigo Enzo, de Simon Curtis, que muestra coincidencias con los trabajos de Cameron. Como en estos, acá el pulgoso en cuestión tiene una voz que desde un estricto off hace avanzar el relato, acompañando las acciones con reflexiones y comentarios que dan cuenta del paso del tiempo y la vida. El valor agregado de esa voz profunda es que pertenece a Kevin Costner, cuya efectividad se basa en la capacidad para ser ligero en los momentos luminosos y para pisar el acelerador del dramatismo cuando la cosa se pone fea. Pero sin abusar, aunque el guión se pase de rosca justamente en esa dirección. Quien haya visto algunos de los títulos mencionados sabrá que no hay forma de encontrar nada novedoso en la sinopsis de Mi amigo Enzo. A saber: el protagonista de turno, joven y soltero, elige una mascota: su mirada será el punto de vista de la película. En este caso se trata de Denny Swift, un prometedor piloto de carreras que se enamora, se casa, se reproduce y debe lidiar con dificultades de distinto grado a las que lo enfrentan las curvas de la vida. Que a partir de la mitad del film son muchas, demasiadas, y cada vez más extremas. Estas fatalidades son además una excusa para que la película incluya una mirada (pseudo) espiritual cercana al universo de la autoayuda. Enzo (bautizado en honor al fundador de Ferrari) es testigo privilegiado de todo y la película se apega a estrictamente a ese dispositivo. De ese modo, será su presencia la que defina qué es lo que se pone en escena y qué es lo que queda fuera de campo. Un rigor que no suelen tener otros títulos del subgénero, aunque eso no significa que este sea mejor que los demás, y si eventualmente lo es, no será solo por eso. Sin ser una gran película, Mi amigo Enzo logra crear algunos climas emotivos con herramientas genuinas, incluso cuando, como se dijo, el guión abusa de las tragedias que Denny debe afrontar, agobiándolo por momentos casi con saña. Como si se tratara de una ecuación, esta clase de películas necesitan equilibrar la balanza incluyendo, por ejemplo, un final tranquilizador, casi religioso. Porque si el espectador se irá de la sala llorando, que sea al menos creyendo que hay esperanza.
El principal problema de Mi amigo Enzo es que se encuentra muy pegada a Mis huellas a casa, y La razón de estar contigo 2. Ambas películas estrenadas este año, y que tienen como protagonista a un perro cuya voz en off se la pone un actor o actriz consagrado/a. Es en esa senda que The art of Racing in the rain, título original que se traduce como “El arte de correr carreas bajo la lluvia” se presenta como otro film lacrimógeno basado en un best seller, y que te va a pegar más o menos de acuerdo a la relación que tengas en tu vida con las mascotas. Es imposible que el perro Enzo no te compre, tenga la genial voz de Kevin Costner o no. Su relación con el siempre perfecto Milo Ventimiglia es encantadora, y lo más probable es que salgas del cine queriendo adoptar a un perro así. Ahora bien, esto es hablar de sentimientos, lo cual no es poca cosa, pero como película en sí misma adolece mucho. Ya hemos visto bastantes veces la historia, y los golpes bajos son demasiados. En un momento, cuando termina el segundo acto y arranca el tercero, pensás “¿Algo más le puede pasar a este tipo?”. Porque son demasiadas cosas juntas, para entristecer y hacer renegar al espectador. Queda claro que es un paso para atrás en la carrera del director Simon Curtis, quien viene de hacer tres films muy diferentes, pero contundentes cada uno en su género, tales como Goodbye Christopher Robin (2017), Woman in gold (2015), y My week with Marilyn (2011). La puesta está bien y es correcta, pero todo lo demás se siente forzado y en pos de generar lágrimas. En definitiva, Mi amigo Enzo es un telefilm para lagrimear un rato, y no mucho más.
Texto publicado en edición impresa.
Desde el punto de vista de un adorable labrador ya muy viejito, nuestro protagonista canino Enzo (con la voz de Kevin Costner), repasamos su vida y sus recuerdos junto a su amigo y dueño Denny (Milo Ventimiglia), un piloto de carreras con aspiraciones profesionales que le ha transmitido desde cachorro su pasión por los fierros. Todo comienza con Denny de soltero, cuando de repente siente una corazonada y compra al pequeño Enzo (bautizado con ese nombre en homenaje a Ferrari, claro). Ya la vida de ambos no volverá a ser la misma, se tienen uno a otro. Pero como todo orden natural de las cosas, el joven conocerá a Eve (Amanda Seyfried), quien en poco tiempo se convertirá en su esposa. Enzo, al principio un poco reticente y celoso, la terminará por aceptar, más aún cuando se sienta en la obligación de cuidar a Zoe (Ryan Kiera Armstrong), la dulce hijita de ambos. Sin ánimos de spoilear, las cosas no serán para nada rosas. El perro y su dueño tendrán que enfrentar golpes duros y adversidades, incluso padecer a los poco solidarios suegros de Denny. Como indica la bajada de la nota, estamos frente a un melodrama con una familia angelical y escenas acompañadas por una música emocionalmente extorsiva para que se nos caiga el lagrimón. Vale tener en cuenta que son los mismos productores de Marley y yo, a su vez que se basa en una novela de Garth Stein. Un melodroma que no oculta su condición y aplica todos los clichés del género para causar el efecto deseado. A través de una narración con momentos sumamente tristes, sumados esos adorables ojos brillantes y marrones de un perro moribundo, el director Simon Curtis, manipula nuestros sentimientos a su antojo. Si bien por momentos Enzo plantea chistes, no causan demasiada gracia. Es más que interesante contar una película desde el punto de vista de un perro, pero aquí el recurso está un poco desaprovechado, quizá se relacione al giro dramático intencional. El hecho es que nuestro canino está demasiado “humanizado”, se retrata muy poco de su instinto animal, y es en esos momentos cuando la historia toma un poco más de vuelo. Hay una escena en que Enzo pasa varios días sin comida ni agua, y comienza a delirar. Su lisergia gira alrededor de una cebra de peluche a la cual ve bailar y descontrolarse, destrozando uno a uno los juguetes de Zoe. Enzo culpa al objeto inanimado, pero todos sabemos que es una especie de venganza por el abandono que sufrió (no intencional). Y es el comportamiento que cualquier perro podría tener en esa situación. Fuera de estos detalles narrativos, estamos ante una de esas cintas diseñadas para hacernos llorar (bajo la lluvia según su título original). Si te gusta el drama y sos amante de los perros, prepara los pañuelitos porque estas frente al espectáculo ideal.
Denny sueña con triunfar como piloto de carreras, su máximo objetivo es llegar a manejar en Fórmula 1, pero la vida le depara otras cosas, y a través de todo, siempre estará acompañado por Enzo, su perro y fiel compañero. The Art of Racing in the Rain (Mi amigo Enzo) es una lacrimógena y tierna historia sobre amor, pérdida y superación, narrada desde el punto de vista de un golden retriever.
Una propuesta que sale lo suficientemente a flote por un carismático trabajo de voz. Películas como Mi Amigo Enzo son bastante particulares, habitualmente le llegan a gente que tiene o tuvo una mascota en su vida. Por fuera de ese círculo, a estos films les conviene trabajar muy bien sus conflictos si quieren apelar a conmover un público mayor, razón por la cual no sorprende que el lanzamiento de la película quiera hacer una asociación con Marley y Yo. Mi amigo Enzo, un amigo fiel La película parte de la premisa donde un perro reencarna en su vida siguiente como un humano, mientras toda su vida como canino es precisamente un entrenamiento para entender lo que será aquella próxima vida. Tomando en consideración ese objetivo, el film puede volverse interesante por las filosofías que presenta, algo que es posible principalmente por el carisma que entrega Kevin Costneren su trabajo de voz. Si hay que concederle algo a Mi Amigo Enzo es que tiene un solo golpe bajo en toda la película, y es en la escena que la abre. Después de eso, veremos al animal sufrir por la ocasional soledad consecuencia del trabajo de su dueño, solo para que con el tiempo el problema se resuelva solo. Es precisamente esa la contra que un espectador le puede encontrar, pero -reiteramos- el trabajo de Costner hace no tanto que lo olvidemos, sino que no se lo achaquemos como una contra tan severa. Por otro lado, estamos hablando de un perro común y corriente, no Rin Tin Tin o Lassie. Ante los problemas que se presentan, físicamente, el pobre animal no puede hacer más que ladrar y posarse cariñosamente al lado de sus dueños. Eso no está mal en absoluto, pero es todo un desafío construir una acción cinematográfica en base a un rango tan limitado. La historia encuentra una solución a este problema otorgándole un enemigo natural al perro en forma de una cebra, y la película inevitablemente se ve obligada a darle vida en la forma de animación. Recurso cuestionable, pero si se ponen a pensar, no había muchas opciones de dar progresión dramática a una mirada tan particular. De cara a esto, los personajes activos deben ser los humanos. Ahí encontramos un poco más de conflicto en la forma de enfermedades, cruces con la familia política, cuestiones financieras y, desde luego, encontrar y luchar por aquella pasión que será el eje de toda la vida de uno. Cuestiones decisivas en la formación de este perro como futuro ser humano. Sin embargo, aunque la contundencia de estos temas no es discutida, dentro del contexto general tales conflictos son blandos por lo menos en su desarrollo. Las comparaciones son odiosas, pero cuando el mismo lanzamiento de la película las plantea, dan la pauta al espectador para que las haga: Marley y Yo habrá tenido sus golpes bajos, pero ahonda en unos pormenores sobre la convivencia con un perro que aquí se resuelven con demasiada facilidad. Aunque claramente esa no es la búsqueda de Mi Amigo Enzo: juzgar sus resultados en base a ello sería apresurado, pero también debe decirse que es un detalle que no abarcaron tanto como debieron.
Un perro como el que todo soñamos tener y más. Así es Enzo, filósofo casi sartreano que sueña en convertirse en un hombre. Su dueño es un piloto de carreras de nombre Denny y el bueno de Enzo, ese prodigio de cuatro patas, lo acompañará en las experiencias de su vida, desde las carreras, su romance, el casamiento y el nacimiento de su hija. Sus reflexiones en que se asocia la ruta y la vida matizan una historia de buen ritmo, llena de fuerza y encanto. "Mi amigo Enzo" está basada en "El arte de competir bajo la lluvia", best seller de Gerth Stein, profesor de literatura, escritor y piloto que dejó su afición a la competencia automovilística luego de un accidente grave que le ocurrió bajo la lluvia. El filme de Simon Curtis ("Adiós, Christopher Robin", la del delicioso osito de ese nombre; "Mi semana con Marilyn", vista en tevé hace poco tiempo) se mete al público en el bolsillo. Una, porque es difícil sustraerse al encanto de un animal, en este caso un perro y, para más datos, con la voz de Kevin Costner. Y otra, por no dejar de ponerse al lado de sus jóvenes y lindos protagonistas, Ventimiglia y la chica Seyfried ("Mamma mía", "Diario de Julieta"). En algún momento recordamos "La razón de estar contigo", aquella de perros y reencarnaciones dirigida por Lasse Hallstrom y, por supuesto, el caso real de Hachiko de la estación de Shibuya en Tokio (inmortalizado con una estatua) y la fidelidad hacia el dueño. Pero sin lugar a dudas, uno se obnubila con las sabias reflexiones de Enzo y las comparte mientras se toma todo el sol de las rutas y los bellos paisajes. Buen trabajo formal. Lo convencional se va de vacaciones o se esconde sutilmente en medio de tanto amor y amistad entre hombres y perros.
Adaptación del best seller de Garth Stein, "Mi amigo Enzo", de Simon Curtis, se esfuerza tanto en buscar la emoción que termina dificultando su propio destino. Hay fórmulas para todo. Si queremos que el público llore, ya sabemos lo que tenemos que exponer sin preocuparnos demasiado en buscarle la vuelta. Pongamos una enfermedad terminal, si es degenerativa mejor, y si es en medio de un romance melodramático más todavía; una tragedia histórica que afecte a un individuo o grupo particular (acá es fundamental que por lo menos un personaje sea un niño inocente); o hagamos una película sobre mascotas. La verdad, no sé bien por qué, pero si hacen películas centradas en un animal, sobre todo es un perro, el 90 o 99% de las chances es que se termine muriendo antes del The End, y nada de dejarlo fuera de escena o darlo a entender, cuanto más subrayado esté mejor. Sí, es cierto que la vida de perros y gatos es más corta que la humana en promedio, pero aunque sea podrían ahorrarse la agonía expositiva. "Mi amigo Enzo" lejos está de ser una propuesta original, ni siquiera lo intenta. Como un perro se revuelca en la tierra en el verano, "Mi amigo Enzo" se revuelca de placer en los lugares comunes, repasando los clichés como un listado, de uno por uno, como el mejor estudiante aplicado incapaz de saltearse o romper la norma. Obviamente, esto incluye lo lacrimógeno como efecto principal. Nobleza obliga, no les estaría spoileando. Desde literalmente la primera escena, sabemos que el perro protagonista, el Enzo del título local, se va a morir; y nada de que sea algo repentino, no, ya nos adelantan que vamos a sufrir. Lo que sigue a continuación es un largo flashback, casi una invitación a revivir la historia de cómo llegar a ese momento de dolorosa agonía. Lo que no nos adelanta la historia, es que en el viaje habrá más y más motivos para llorar… o no. Otra cosa que se nota en "Mi amigo Enzo" es cierta intención de emular el éxito de "La razón de estar contigo" (que casualmente hace poco más de dos meses tuvo su secuela). Si bien acá no nos cuentan la historia de un perro que va pasando de vida perruna en vida perruna a través de la reencarnación, algo de eso hay, y la muerte y el volver a empezar después de las caídas son algo permanentemente presente. También “imita” el tono cálido y algo melancólico y edificante de aquella, plagado de personajes humanos con buenas intenciones, similar a lo Hachiko. Finalmente, en ambas tenemos al perro con voz de conciencia humana que revive su historia como un diario, y también al veterano sesenton ¿ex? galán engalanando el elenco; aunque con una diferencia, en aquella Denis Quaid es uno de los dueños, acá Kevin Costner (y esa voz de Wiski y habano tan seductora) es la voz de Enzo (por favor, véanla en idioma original, estoy seguro que doblada le baja uno o dos puntos). Danny Swift (Milo Ventimiglia) es un mecánico y piloto de autos de carrera con más ambición que suerte. Su deseo es entrar en el torneo de Daytona, triunfar, y de ahí pegar el salto hacia la Fórmula 1 patrocinado por su ídolo Ferrari (es una publicidad – no muy – encubierta). Luego de esa visión al futuro que ya dijimos, veremos como un día, al pasar por una veterinaria, o una guardería animal, se hace con un cachorro de golden retriever (si, es hasta la misma raza que la principal de La razón de estar conmigo) al que obviamente llamará Enzo en honor a su ídolo. A partir de entonces, iremos conociendo el trayecto de vida de Enzo, que cree en una leyenda mongol sobre la reencarnación humana después de una vida perruna perfecta; y a través de Enzo viviremos la historia de superación de Danny. Danny conoce a una chica, Eve (Amanda Seyfried) que es pura dulzura y se terminará ganando el cariño de Enzo también, se casan, tienen un hija, y comienzan las tragedias. Ya desde el comienzo vemos que uno de los desencadenantes es el tiempo que Danny le dedica a su sueño de triunfar como piloto, en detrimento de pasar tiempo con Eve y Zoe (la hija). Así, Mi amigo Enzo circula por dos carriles, por un lado, la historia familiar, y por otro el deseo de triunfo deportivo profesional; ambos carriles tratan sobre la superación ante las adversidades, una tras otra. Uno de los problemas de "Mi amigo Enzo" es que, no solo todo lo que sucede puede adivinarse con sólo haber visto cualquier drama con mascotas (a La razón de estar contigo chóquenle Marley y yo, y ya tienen todo lo que necesitan), sino que además remarca, subraya, y adelanta todo eso que va a suceder, no dejando lugar a expectativa alguna. Cada tramo de la película está marcado por algún hecho conflictivo o doloroso, y cuando no, las profundas reflexiones de un perro que en sus ratos libros debe devorarse libros de autoayuda, o la utilización de metáforas en frases obvias como la que le da título original a la película. Esta acumulación trasluce una necesidad desesperada por hacer que el público se enternezca, y obviamente llore. Sin embargo, tanto esfuerzo resulta fatigoso y resulta en detrimento. Finalmente, probablemente terminemos llorando menos de lo esperado, o no llorando en absoluto, dado que la manipulación es tan obvia, poco natural y fluída, y repetimos, además de ser demasiado adelantada. Sin spoilear todo el resto, si desde el minuto uno sabemos que el perro va a morir, y sabemos cómo, tenemos casi una hora cincuenta para asimilarlo; así con todo. El efecto llanto también debe tener un elemento de impacto, precisamente de golpe de efecto, que acá no se logra; es como si antes de una golpiza (de golpe bajo) nos dijeran de muchas formas que nos van a pegar, y podemos hacer todo para cubrirnos y evitar el dolor. Entre los actores, Milo Ventimiglia es un ideal para estos personajes de bonachón a ultranza, desde la serie Héroes que los viene haciendo y le salen de taquito. Lo mismo podemos decir de todos. Amanda Seyfried es tan dulce e ilumina con su sonrisa dorada como siempre; con Ventimiglia tiene buena química. Gary Cole compone al jefe que suple una figura paterna que ya le vimos hacer mil veces. Kathy Baker es la madre/abuela de suburbio, buena y sufrida; también, sabemos que ese personaje le sale bien. A Martin Donovan ya lo vimos hacer de ese padre conservador que quiere otra cosa para su hija y le hará la vida imposible a su yerno, tampoco defrauda. Por último, lo dicho, escucharlo a Kevin Costner le suma mucho. Simon Curtis tiene ya experiencia en historias que buscan llegar al corazón a través de espíritus edificantes (Christopher Robin), parece ser un todo terreno ("Mi semana con Marilyn"). No es un realizador de grandes marcas personales, pero cumple en llevar el producto a buen puerto. Con calidez, buenas performances, un ritmo parejo que logra que nunca aburra y su duración (algo excesiva) parezca menos de la que es, y mensajes de meritocracía y esfuerzo individual incluido, "Mi amigo Enzo" aprueba si no se espera más que la media de cualquier otra película con un perro en el medio. No sorprende, y hasta emociona genuinamente menos de lo esperado – la última escena hasta puede causar algo de gracia involuntaria –, pero ofrece un producto tan digno como probablemente algo olvidable.
REFLEXIONES PERRUNO-HUMANAS La premisa de Mi amigo Enzo promueve una asociación casi inmediata con un film relativamente reciente (que igual ya tiene una década desde su estreno), que es Marley y yo. De hecho, el marketing alimenta ese vínculo, informando que es del mismo estudio, como si eso fuera una garantía de calidad por anticipado. Lo cierto es que algo de eso hay, aunque la película de Simon Curtis toma algunas decisiones narrativas y de puesta en escena que la ponen en un lugar diferente al del film de David Frenkel. Por empezar, en vez de contar su relato desde el punto de vista humano, Mi amigo Enzo se posiciona desde la mirada del perro para ir narrando sus diversos acontecimientos. Eso tiene unas cuantas consecuencias que se retroalimentan entre sí: en vez de observar un pedazo de vida humana, lo que vemos es la vida entera de ese perro que es Enzo, que transcurre al lado de su dueño Denny (Milo Ventimiglia), un corredor de autos; hay un recorte muy particular en la construcción de la mirada –que lleva a que, por ejemplo, hayan planos y secuencias delineados específicamente desde el punto de vista del animal-; y una intención de construir a Enzo como observador y a la vez discreto protagonista, mientras se lo convierte casi en el eje moral de la historia, en un vehículo reflexivo sobre las idas y vueltas de la vida, con la voz de Kevin Costner como elemento clave. Quizás lo último sea la elección más lúcida de la película, porque Costner le aporta una humanidad notable a la voz de Enzo, permitiéndole salvar unos cuantos pasajes donde la materialidad literaria (el film está basado en un libro de Garth Stein) se nota demasiado. Eso no quita que los escollos existan: la esencia de la película es el drama familiar, con Enzo contando cómo conoció a Denny y entablaron una amistad particular, una especie de mundo aparte, hasta que entra en escena Eve (Amanda Seyfried), la novia y luego esposa con la que tienen una hija y forman una familia. Hay varios momentos donde Curtis tiene dificultades para narrar apropiadamente eventos marcados por la pérdida, el dolor o simplemente las decisiones complicadas -donde se haga lo que se haga alguien va a quedar mal parado-, porque la mirada perruna, por más poesía que le ponga, no llega a salir de lo literario para entrar en lo plenamente cinematográfico. Hay particularmente un tramo enmarcado en un proceso judicial donde la película genera empatía desde la forma en que explicita la impotencia de Enzo para alterar el rumbo de las acciones, pero no llega a enhebrar un verosímil consistente para explicar todo lo que sucede. Quizás por esa cercanía constante –incluso asfixiante en una escena que coquetea con el terror entre cómico y alucinógeno- el film entrega un personaje plagado de reflexividad y sensibilidad como Enzo, pero que al mismo tiempo no llega a conmover como prometía al comienzo. Falta algo de esa sabiduría para emocionar que tenía Marley y yo, aunque no se puede dejar de reconocer que los últimos minutos de Mi amigo Enzo se valen del imaginario perruno –y la potencia de la voz de Costner- para conseguir una humanidad lindante con lo espiritual. Al fin y al cabo, los perros ya han probado numerosas veces que –junto a los caballos- son los animales más nobles y empáticos con el arte cinematográfico.
La voz del perro es la de Kevin Costner. Más allá de la amabilidad a reglamento de una historia a la que no le falta ningún conflicto de los que pueda adivinar el espectador, esa voz le da una dimensión especial. Hay un perro que narra la historia y tiene la voz de Kevin Costner. Hace metáforas con las carreras de autos y cuenta la relación con la familia a la que pertenece. Es todo convencional. Y uno se conmueve de manera más o menos conductista con una historia que está diseñada para que asome la sonrisa tierna y la lágrima fácil. Los perros saben hacer esas cosas, y las historias de mascotas son una trampa mortal para los lagrimales. Pero volvamos a lo importante: la voz del perro es la de Kevin Costner. Más allá de la amabilidad a reglamento de una historia a la que no le falta ningún conflicto de los que pueda adivinar el espectador, esa voz le da una dimensión especial a una película cuya originalidad de superficie es menos importante que la convención evidente. Y le recordamos: la voz del perro es la de Kevin Costner, lo que lo convierte en el único can al que le compraríamos un auto usado.
Todos los que tuvimos perros como parte de nuestra familia siempre nos hacemos la pregunta sobre qué sucede en la mente de nuestros amigos de cuatro patas. Ese es el eje narrativo que toma Mi amigo Enzo para dotarle de voz a un maravilloso golden retriever que será interpretado por el querido Kevin Costner. El film, nacido del best seller “The Art of Racing in the Rain”, es una respuesta a ese interrogante y una gran adaptación realizada por el guionista Mark Bomback manteniendo el tono del libro, confiando más en la narración de Enzo que en la dramaturgia convencional para dar vida a la historia. La cálida voz de Costner desde un comienzo nos da la pauta de la humanización de Enzo, ese compañero ideal que ayudara al protagonista a transitar por diversas etapas de su vida. Milo Ventimiglia es el encargado de interpretar a Denny un automovilista con demasiadas similitudes con su personaje de This Is Us (en el más adorable sentido de la comparación) que adoptará a Enzo desde cachorro y mantendrá una relación de maravillosa dependencia mutua. Pero esta buddy movie se verá complicada con la llegada del personaje de Amanda Seyfried quien deberá lograr no solo el amor de Denny, sino también la aprobación de Enzo (situación que sabemos que puede ser por demás difícil en la vida real y que fue magistralmente reflejada en el corto Feast de Disney). Enzo atravesará la vida de Denny con todo lo que ello conlleva: paternidad, amores, desamores y enfermedades brindando su particular mirada sobre el presente y sobre el futuro tanto propio como el de su familia. Con la misma dosis de llanto que en su momento nos trajera Marley y yo (aunque con menos frescura) el film cumple con los postulados de un buen corredor: no mirar el pasado ni el futuro: transcurrir el presente. Y la emoción que nos genera Enzo tal vez no trascienda en la historia de los grandes films, pero no por eso deja de ser genuina y autentica.
Renunciar no es opción Mi Amigo Enzo (The Art of Racing in the Rain, 2019) es una comedia dramática dirigida por Simon Curtis (Mi Semana con Marilyn, Goodbye Christopher Robin) y escrita por Mark Bomback. Está basada en la novela homónima de Garth Stein, la cual fue publicada en 2008 y se mantuvo como best seller del New York Times durante 156 semanas. Producida por el actor Patrick Dempsey, el reparto está compuesto por Milo Ventimiglia (Gilmore Girls, This Is Us), Amanda Seyfried (Cartas a Julieta, Mamma Mia), Ryan Kiera Armstrong, Martin Donovan, Kathy Baker, Andres Joseph, Gary Cole, entre otros. La voz del can es puesta por Kevin Costner. Desde los ojos del golden retriever Enzo, el cual es un firme creyente en que cuando muera reencarnará en un humano, seguiremos la vida de Denny Swift (Milo Ventimiglia), un corredor de autos profesional que también da clases sobre automovilismo. De esta manera seremos testigos de cómo Denny encontró al amor de su vida, el casamiento, la paternidad, los problemas con sus suegros, entre otros tantos sucesos. La mayoría de películas que incluyen a perros nos llegan al corazón y esta no es la excepción, más teniendo en cuenta que Enzo es el protagonista absoluto de la historia. Con Kevin Costner a cargo de poner en palabras cada pensamiento y presentimiento de Enzo, resulta imposible no embarcarse de lleno en el filme ni bien comienza. El guión logra darle al can una forma de ser muy humana, a la vez que los diferentes animales que se usaron para representar a Enzo, sin ningún tipo de CGI, consiguen por su mirada o movimientos encariñarnos cada vez más con este personaje. No obstante al filme desde su póster se lo está intentando vender como que es la opción ideal para ver con toda la familia, lo que termina no siendo del todo acertado. Aunque en la cinta tiene mucho peso la unión familiar y hay bastantes risas, los momentos dramáticos son mayores, lo que genera que haya ciertas escenas muy duras de ver para los más chicos. Algunos golpes bajos son de lo más trillados y otros están mejor manejados, por lo que ésta se convierte en una película en la que es inevitable derramar algunas (o bastantes) lágrimas. Tanto Milo Ventimiglia como Amanda Seyfried otorgan buenas interpretaciones, sin embargo el que se lleva todos los laureles es Enzo, el cual es nombrado así en honor al italiano Ferrari. Su accionar crea una conexión con el espectador que irremediablemente hará pensar en las mascotas que tenemos y las que ya no están con nosotros. Con un sorpresivo giro final que está cargado de esperanza y optimismo, Mi Amigo Enzo logra enternecernos, alegrarnos y, por sobre todo, emocionarnos. El filme nos hace reflexionar sobre cómo en la vida, con sus momentos buenos y los más malos, no hay opción de renunciar sino que hay que seguir siempre adelante. Incluso aunque no seas amante de los perros, no te vas a arrepentir de ver el dulce pero duro recorrido de Enzo y la familia Swift.
Si “MARLEY Y YO” no te hizo llorar lo suficiente, sus creadores nos traen “MI AMIGO ENZO”, otra historia canina para ver con pañuelos descartables. Vista desde la perspectiva de un perro llamado Enzo (Kevin Costner), la película sigue las lecciones de vida que aprendió el animal de su dueño: un piloto de autos de carrera llamado Denny (Milo Ventimiglia). Basada en la novela de Garth Stein que lleva el mismo nombre que el título original del film “THE ART OF RACING IN THE RAIN” (teléfono para los doblajistas), la cinta pareciera ser hecha con el único objetivo de hacerte llorar. Y hay que reconocer que ese objetivo es logrado con creces utilizando todo un arsenal de situaciones de las que no podremos permanecer ajenos sin sentirnos identificados, como así también el uso de recursos cinematográficos (como los cambios de perspectiva). Supongo que todos los que tuvimos mascota alguna vez nos hemos preguntado qué están pensando esos entrañables compañeros. Kevin Costner se encarga en esta oportunidad de despejar esas dudas ya que esta película no se trata de una familia y su perro, sino de un perro y su familia. Sería interesante que Hollywood no busque bellezas hegemónicas hasta en los animales y se la juegue con un buen perro callejero y su particular e inconfundible belleza en lugar del perfecto Golden Retriever. Sus protagonistas Milo Ventimiglia y Amanda Seyfried nos brindan muy buenas interpretaciones considerando que la película no se detiene demasiado en profundizar sobre ellos, pero como dice el dicho “ni con perros ni con chicos” se puede competir y tal es el caso ya que la voz de Kevin Costner, encarnado a Enzo, es quien se lleva el film impregnando de personalidad a este canino. En épocas de tanta remake, “MI AMIGO ENZO” es la oportunidad para ver una propuesta que nos brinde algo distinto. Y ese algo son lágrimas. Y muchas. Por Matías Asenjo
Éste subgénero cinematográfico de historias de perritos se volvió bastante común en está era. Tuvimos la popular ‘MARLEY Y YO’, protagonizada por Owen Wilson y al ladito salió la depresiva ‘Hachiko’, películas que abordan un lado sensible para el espectador promedio, las mortalidad. Con ‘MI AMIGO ENZO’ se va un poco mas allá, se intenta explicar la vida desde el punto de vista de un perrito (con la voz de Kevin Costner) pero dejando en su haber un realismo algo excesivo que no se mantiene por si mismo. La historia sigue a Enzo, el perro de un piloto de carreras que se dedica a ir recapitulando las enseñanzas que fue absorbiendo en su vida junto a sus dueños. Milo Ventimiglia es Denny, el protagonista humano de la historia que en cierto punto conoce a Eve (Amanda Seyfield), iniciando una vida familiar que generara en Enzo unas cuestiones cargadas de comentarios pedantes y de fácil impacto. Los protagonistas humanos son los que barajan el drama de la historia, los escritores no dejaron mucho margen para que Enzo destaque con creatividad su condición de mascota, solo tenemos una insulsa voz de Costner explicando lo que pasa con un intento de inocencia poco creíble. La posta es que no me emociono mucho la historia que plantea la película. Las actuaciones son solidas pero hay elementos que pudieron haber explotado mas, una mascota puede ser un problema en un principio, un problema que podría derivar en un desarrollo narrativo creativo. En este caso se desaprovecha, todo lo importante con respecto a Enzo queda de lado, situando el drama en los humanos y dejando al animalito como un espectador que mueve poco la historia. “Mi amigo Enzo” es una película para ver con los abuelos un Domingo. Hay momentos dramáticos fuertes pero muy mezclados en una historia algo cliche y cargada de personajes aburridos. El punto mas fuerte es la segunda mitad, donde el perro intenta comprender a los personajes con una inocencia que pudo haber sido mas solida con una voz menos ronca como la de Costner. La dirección es normalita, pero la fotografía de las escenas de carreras sobresale ante todo. Si les gustan las comedias dramaticas sobre perritos les va a gustar, pero definitivamente no es para un loquito como yo. Calificación 6/10
Las modas son modas, la moda no incomoda reza una frase popularizada, vaya uno a saber por quién, mayormente la única explicación se instala en la capacidad de generar divisas, parece ser que en términos cinematográficos le llegó el turno a los perros. En ñeste caso se trata de la traslación de la novela de Garth Stein “The art of racing In the rain”, que mantiene el título de su estreno en idioma inglés, cuya traducción seria “El arte de correr bajo la lluvia ”. En más de una ocasión, a lo largo de las interminables dos horas de previsibles golpes bajos, se repite la frase…”es imposible ganar una carrera en la primera curva, pero si se puede perder en la primera curva”… En este caso hasta es de suponer que el cambio, inadecuado, sólo se explica en que el narrador del relato, en la voz de Kevin Kostner, es Enzo, un Golden Retrevier. Claro que el sólo hecho de ser éste el narrador omnipresente, al final da cuenta de más de una incoherencia del texto fílmico. La película no es lacrimógena por lo enunciativa, no sólo previsible, el director Simon Curtis se encarga de anticipar desde el guión técnico, montaje, diálogos y demás herramientas del lenguaje del cine, cómo seguirá cada secuencia, cada plano. Agregarle a esto que todos los personajes son unidimensionales, no hay una contradicción en ellos, los malos son malos por antonomasia y los buenos lo son por definición, entonces tenemos cartón lleno. Es Enzo quien abre el filme, quien nos introduce narrando la vida que supo vivir junto a su alma gemela, en versión humana, Denny Swift (Milo Ventimiglia), en realidad más abocado a dar cuenta del desarrollo de la vida de éste, un prometedor corredor de carreras de autos, muy seguro de si mismo. Su casamiento con Eve, (Amanda Seyfred), la hija de ambos Zoe (Ryan Kiera Armstrong), y todos los etcéteras que quiera ponerle, están. Tratando se metaforizar, muy forzadamente desde las carreras de autos a la vida misma, algo así como querer establecer el nexo entre la conquista del espacio y el aleteo de una mariposa, o la teoría del caos. De estructura narrativa definidamente clásica, en progresión lineal del relato, salvo que sabemos en realidad que es un flash back que termina siendo falaz, con ausencia de búsqueda de ruptura alguna naturaleza, ni siquiera estética. Que la performance de los actores sea correcta no le da valor agregado, son actores que sólo dan rédito a sus propios créditos, desde la voz de Kevin hasta la belleza de Amanda. Se sabe que el perro es el amigo del hombre, acá están queriendo dar la opinión del perro al respecto. No le creo demasiado, éste perro ladra muy poco. Un relato que se deja ver, ni pincha ni corta, (¿debería decir ni muerde?), y que se vacía al momento de la palabra fin.
Mi Amigo Enzo es un dramón para los amantes de los perros Un dramón familiar que nos deja ver el mundo y sus situaciones cotidianas a través de la sabiduría de un sumpático can. Eso sí, está Milo Ventimiglia. El mundo se divide entre los espectadores que disfrutan con estas películas sobre animalitos, y aquellos a los que les resultan indiferentes. “Mi Amigo Enzo” (The Art of Racing in the Rain, 2019) es, claramente, para los del primer grupo: permeables a las historias recargadas de lugares comunes y golpes de efecto que buscan arrancar lágrimas con cada fotograma. Simon Curtis (“La Dama de Oro”) transforma estos tropos y clichés en un verdadero arte para llevar a la pantalla la adaptación de la novela homónima de Garth Stein, título que hace referencia a la habilidad automovilística de nuestro protagonista humano, pero también a su capacidad de hacerle frente a todos los obstáculos que la vida pone en su camino. Y no son pocos. Curtis y el guionista Mark Bomback nos regalan el punto de vista de Enzo, un simpático perrito con la voz de Kevin Costner, que adora a su dueño Denny Swift (Milo Ventimiglia) y cree en la leyenda mongola de que los caninos que ‘están preparados’ van a poder reencarnar como humanos en su próxima vida. Todo arranca cuando el cachorrito es adoptado por este corredor de autos que sueña con su gran oportunidad y la Fórmula Uno europea. La dinámica de esta pareja irrompible pronto se desbalancea con la llegada de Eve (Amanda Seyfried), el matrimonio y, no mucho después, la pequeña Zoe. Cartón lleno para el perrito y para Denny, que hace lo imposible para mantener a su familia (y sus anhelos) tomando cualquier oportunidad que se le presenta, aunque tenga que ausentarse constantemente, algo que no les cae muy bien a sus suegros metiches. Pero en el hogar de los Swift todo es felicidad, hasta que la enfermedad los golpea. Desde ahí, todo es cuesta abajo para ellos y para la película que empieza a acumular desgracia tras desgracia, mala onda tras mala onda, y en el medio el relato de Costner que no puede hacer mucho… porque sólo es un perro. Acá, la idea es que Enzo (apodado así por Ferrari) aprende constantemente de las acciones de los seres humanos que lo rodean con la esperanza de poder ayudar cuando lo necesiten. Tal vez sea debido a la voz en off que le tocó en suerte, pero cuesta mucho encariñarse con este peludo protagonista que se lo pasa filosofando, y cuya única función es dar y recibir amor incondicional y compañía. Ojo, no estamos diciendo que esto sea poca cosa, pero sí lo es cuando se intenta generar todo un argumento alrededor de esta premisa. Como la narración no logra sostenerse más allá de la primera media hora de metraje, los realizadores (y seguramente el material original) deben crear situaciones cada vez más dramáticas y desesperantes para mantener mínimamente el interés del público. Uno bastante masoquista, por cierto. En este aspecto, no podemos evitar la comparación con historias parecidas como “Marley y Yo” (Marley & Me, 2008), una propuesta también basada en un libro, mucho más articulado, interesante, gracioso y emotivo que el de Stein y su traslación cinematográfica. Lo sentimos, pero el gastado humor de “Mi Amigo Enzo” no funciona, al igual que los golpes bajos que buscan nuestra empatía constante. Denny es todo comprensión y ternura como el mismísimo Ventimiglia, uno de los tantos personajes edulcorados, cuya moral intachable contrasta con una de las peores familia política del séptimo arte. ¿Por qué los buenos son tan buenos y los malos son tan malos? Esta falta de matices también afecta a la película que, a pesar de su final feliz, pocas veces le da respiro al drama. Todo es risas hasta que... A pesar de la elección de su peculiar y tierno narrador, “Mi Amigo Enzo” es una historia demasiado predecible y manipuladora, básica desde su puesta en escena y sus personajes, y perezosa desde su estética visual. Cada uno de sus elementos narrativos tiene la función de empujarnos infatigablemente hacia el melodrama de manual, un círculo vicioso del que no pueden escapar ni sus mejores protagonistas que, no importa lo que hagan o cuanto sufran, no nos logran conmover porque forman parte de un relato trillado que ha tenido muchos mejores exponentes. Al final, nos quedan las experiencias de un perrito cuya tarea es pasearnos por este relato, un poco alejándonos emocionalmente de los sucesos que vive la familia Swift. Ahí reside uno de los errores más grandes de la película que, en definitiva, sólo busca movilizarnos con sus dramas y enamorarnos con los simpáticos gestos de Enzo. Shame on you.
Dirigida por Simon Curtis y adaptada por Mark Bomback de una exitosa novela de Garth Stein, Mi amigo Enzo es una película narrada desde el punto de vista de un perro. Denny es mecánico y al mismo tiempo un piloto de autos de carreras que, más allá de su talento, no ha logrado despegar. Pero la película empieza con la historia ya avanzada, con la narración del perro (con la voz de Kevin Costner) que lo acompañó gran parte de su vida, ya grande y sin poder moverse. Ese puntapié sirve para ir hacia atrás, a cuando un cachorro entra en la vida de Denny, y también sirve para adelantar el tono buscado durante todo el metraje: el que apunta a la emoción y la lágrima fácil. Lo más lindo de la película radica en algunas observaciones que el perro, Enzo, tiene (y nos gusta imaginarnos que nuestras mascotas podrían haber tenido también), sus ganas de decirnos algo o quizás simplemente de gritar. A la larga pueden tornarse parte de nuestra familia, que se los considere un miembro más, los humanizamos. No obstante, en general, ni siquiera las pequeñas cuotas de humor desparramadas a lo largo del film sirven para hacer de Mi amigo Enzo algo que no sea un culebrón. Al principio parece que el peor problema que va a tener Enzo es el de compartir a su dueño con quien luego se convertirá en su mujer y la madre de su hija. Cuando Eve aparece y pronto enamora a Denny, Enzo se siente celoso. Ése será sin embargo el menor de los problemas porque pronto, más allá de una carrera que a veces promete avanzar pero casi siempre termina estancada, Denny consigue una vida soñada, junto a una hermosa mujer a la que ama, una niña, y la compañía incondicional de Enzo. Eso dura poco y luego se verá enfrentado a conflictos de una magnitud importante que no convienen adelantar pero que se dirigen al público que la película busca, aquel que se deja conmover a base de golpes bajos. El principal problema que tiene Mi amigo Enzo es que el drama no fluye de una manera auténtica. Se nota, especialmente con uno de los últimos conflictos, que todo parece demasiado forzado para seguir haciendo a su protagonista (Milo Ventimiglia, que hace lo mejor que puede) pasar por una tras otra. Por otro lado, un personaje importante como lo es Eve (Amanda Seyfried) no tiene nada de desarrollo más que el necesario para generar el drama. Mi amigo Enzo resulta en un film poco inspirado que apunta a lo seguro para conseguir una emoción a base de lágrimas. Lo curioso del relato (el punto de vista de un perro que se va tornando cada vez más humano) termina quedando perdido en medio del drama y sus personajes unidimensionales.
Basada en el libro best seller “The art of racing in the rain” de Garth Stein, los productores de “Marley y yo” decidieron volver a contarnos una historia protagonizada por un perro y su camino a lo largo de varios años acompañando a su familia. Milo Ventimiglia y Amanda Seyfried interpretan a Denny (un corredor de autos) y Eve (una profesora de inglés), quienes se conocen en el supermercado y desde allí no se separan más. Enzo, nombrado así en homenaje a Ferrari, ya vivía en el departamento de soltero de Denny y no está del todo convencido de compartir el amor de su dueño, hasta que la llegada de la pequeña Zoe cambia para siempre su percepción de Eve y conforman una familia unida que deberá atravesar varias tragedias en los años por venir.