Mentiras mortales

Crítica de Jessica Johanna - El Espectador Avezado

Richard Gere con sus 63 años se pone al hombro este thriller, una ópera prima de Nicholas Jarecki (guionista de The Informers), en la cual interpreta a un hombre que es todo apariencias con su familia perfecta, su fiel esposa interpretada por Susan Sarandon y su hija, futura heredera, interpretada por Brit Marling (Another Earth), y su empresa que se mantiene exitosa en medio de la crisis ecónomica. Pero, a los pocos minutos de empezar la película, comprendemos que tras su imagen de un hombre exitoso, aunque no teme decir que se siente viejo, hay muchos secretos, en su empresa y en su vida amorosa. Porque descubrimos su doble vida y entra en escena la bonita Laetitia Casta, representando el deseo.
El deseo que lo mueve a decidir dejarlo todo... hasta que un suceso inesperado amenaza con destruir por completo esa imagen exitosa que Robert Miller (Gere) supo construir sin muchos escrúpulos. Tim Roth, en un personaje muy parecido al que interpretó en la serie televisiva "Lie To Me", es el detective que intentará desenmascararlo, un personaje al que le falta un poco más de desarrollo pero del cual queda claro que es un hombre de clase media con cierto rencor hacia la gente de alta sociedad que siempre consigue lo que quiere.
La película se convierte rápidamente en un thriller interesante, muy bien manejado, pero sobretodo brillantemente actuado por un actor que confieso nunca supo deslumbrarme. Richard Gere interpreta fríamente a este hombre que parece haber dejado su moral hace rato, que se cansa de decir que hace las cosas por su familia, que se esconde tras las obras caritativas que maneja su esposa y a quien de repente todo parece ponérsele en contra y no sólo por un negocio que no se termina de concretar. Es difícil sentir empatía por un personaje tan oscuro y ambicioso, aún así Gere logra en ciertos momentos transmitir la desesperación de su personaje. Sin duda es él lo mejor de la película, su forma de seducir al otro con el fin de salirse siempre con la suya.
Su mujer entra en juego de verdad ya más cerca del final, donde se luce también la gran Susan Sarandon en una escena de una discusión matrimonial interesantísima. El telón cae con la imagen de un Robert Miller que se costruyó a sí mismo a base de decisiones, que equivocadas o no parecen haber logrado su cometido, y la música de Björk.
"Arbitrage" termina siendo una historia que probablemente ya nos han contado, pero con recursos suficientes para convertirse en un buen relato, con una estructura que se divide entre las dos caras del protagonista y los dos aspectos de su vida que parecen desmoronarse, el profesional y el personal, con la tensión necesaria de un buen thriller, quizás un poco más lento de lo que acostumbra el cine "comercial" de todos los días.