Me casé con un boludo

Crítica de Amadeo Lukas - Revista Veintitrés

Baile de máscaras

No es la primera vez que la palabra “boludo” es empleada en el cine nacional: en 1993 se estrenó Las boludas, sobre la novela de Dalmiro Sáenz. Ahora la palabra casi ha dejado de ser un agravio, y es probable que colabore en el suceso casi asegurado del nuevo producto del incansable Adrián Suar. Aquí el productor y actor reitera su saludable y exitosa colaboración con el director Juan Taratuto y con Valeria Bertuccelli, con la que el trío –cuarteto, si sumamos al lúcido guionista Pablo Solarz– entregó una de las mejores comedias del cine nacional contemporáneo: Un novio para mi mujer. El equipo no buscó exactamente repetir una fórmula: esta peculiar comedia presenta sus riesgos y ese es uno de sus atractivos, más allá de que eso provoque algunos baches narrativos. Porque permite algunos replanteos acerca de las forzadas máscaras de una pareja, pero más que nada sobre la “tontería” o la “agudeza” de una persona, y los delicados límites en los que ambos conceptos se pueden ver entreverados y hasta desmitificados.

La trama concebida por Solarz contiene alternativas humorísticas y paródicas pero también momentos muy interesantes que pasan por otros planos. Luego de la excelente La reconstrucción y la emotiva Papeles en el viento, Taratuto vuelve a un concepto de comedia más puro pero con detalles propios. Lo mejor de Me casé… son las actuaciones, en las que Bertuccelli muestra una paleta emotiva y expresiva realmente fenomenal, y Suar, en un personaje con cierta complejidad, ofrece los matices suficientes como para lograr una de sus mejores performances. Un elenco completado por nombres reconocidos (Gerardo Romano y Norman Briski, entre otros) se muestra impecable.