Masacre en Texas 3D

Crítica de Fernando Sandro - El Espectador Avezado

El terror ha demostrado ser uno de los campos más fértiles para plantear secuelas, precuelas, reinicios, y todo tipo de aprovechamiento de un título en pos de una franquicia; y a su vez pareciera ser el que más problemas ha tenido a la hora de encausar esas “ramificaciones” con respecto al producto original. Masacre en Texas 3D: Herencia maldita vuelve a mostrar esta dolencia, y plantea la duda si cada film puede ser analizado de manera independiente sin referirse a sus orígenes por más difusos que estos parezcan.
Para aclarar el tema, en 1974, Tobe Hooper se adelantó a su época y con “El loco de la motosierra” (The Texas chainsaw massacre) plantó las bases para lo que luego devendría en el sub-género slasher, y lo hizo de una manera carnal, brutal. Seis películas después, remake de por medio en la quinta, y mucha bifurcación de lo que fue aquella, es poco lo que quedó de aquel original en esta producción de 2013.
Antes de analizar su argumento, no está enteramente claro, si el contexto es el de un nuevo reinicio, o una tercera parte de aquello que comenzó en 2003 con producción de Michael Bay, más teniendo en cuenta que el director de aquella, Adam Marcus, ahora oficia de productor y co-guionista. Tratemos de saltear esto, y veamos; todo comienza años atrás, los Sawyer son perseguidos en un pueblito de Texas por los horribles crímenes que cometió uno de sus miembros, hablamos del mítico Leatherface.
La gente logra hacer “justicia por mano propia” y aparentemente toda la familia es liquidada, pero sabemos que una bebé sobrevivió, y aunque no nos lo dicen sabemos que “Leatherface” también (sino no habría película). De esto nos trasladamos al 2012, en el cual la jovencísima Heather (Alexandra Daddario) descubre que es adoptada por medio de una herencia que acaba de recibir por parte de su abuela, y sí se trata de aquella beba.
Pese a las advertencias, Heather se dirige a la mansión de su abuela fallecida para conocer su origen, y lo hace en conjunto de dos amigos y su novio, además en el camino levantan a un autostopista. Claro, todo va más o menos bien, hasta que alguien baje al sótano secreto, abra la puerta blindada y el de la motosierra reaparezca de entre las sombras.
El guión plantea lo que pareciera ser una vuelta de tuerca, Leatherface conoce a su prima, y además la gente del pueblo también representa al costado villano por más que el fin sea terminar con el asesino. El asunto está en que esta vuelta de tuerca es lo que suena menos convincente en la película, y lo que se va oscureciendo cada vez más hasta llegar a un final que, sin adelantar, resulta ilógico y decepcionante.
Lo que queda, las cacerías brutales del asesino podrían ser lo más remanido y repetitivo, y aún así son lo mejor del film, pese a un 3D que aporta poco. Acá sí, los amantes de la saga estarán a sus anchas, el protagonista no perdona y hay un cierto clima entre sucio y ominoso bastante logrado.
Los cameos de Gunnar Hansen (el Leatherface original) y Bill Moseley también haran las delicias de fanáticos.
El director John Lussenhop ofrece una película apta para seguidores incondicionales, es inútil analizar lógicas, los tremendos errores en los años y las edades de los personajes, son detalles para los fanáticos que solo quieren ver a su personaje una vez más en acción. Extrañamente a lo supuesto, esta entrega es menos bestial que anteriores y hasta intenta humanizar de alguna manera la historia ya conocida, aún así lo fundamental está.
Con 3D o sin él, con solidez o con baches y delirios, lo cierto es que “El loco de la motosierra” está de regreso en la pantalla y para algunos eso solo ya es celebración (y lo mejor para ellos es que ya hay anunciada otra entrega). Quienes pretendan algo más, un sostén detrás de la carniceria, la original se consigue fácilmente en DVD, Blu-Ray y hasta hay ciclos que eventualmente la exhiben en sala.