María Callas: En sus propias palabras

Crítica de Beatriz Iacoviello - El rincón del cinéfilo

Entre el mito y la realidad

María Callas abandonó no sólo la ópera en París el 16 de septiembre de 1977, sino el planeta tierra, para convertirse en un mito e ingresar en la eternidad. Su extraordinaria voz la había trasladado a la fama, el lujo y la frivolidad del jet set. Su carácter díscolo y una vida privada turbulenta, la llevaron a figurar en pasquines, revistas del corazón y primeras planas de todo el mundo.

Era una mujer que escondía muy bien su fragilidad y timidez, tras una máscara áspera y seca. No poseía buena visión (no veía a más de un metro y medio de distancia) y esto la hacía parecer altanera e insolente. Pero esos rasgos de su carácter no le imposibilitaron que proporcionara a la ópera otra dimensión no considerada hasta ese momento: la de la interpretación.

Su carrera fue relativamente corta, sus comienzos fueron en noviembre de 1938, en el teatro Olimpia, de Atenas, interpretando el personaje de Santuzza en “Caballería rusticana”, de Pietro Mascagni. Su voz comenzó a apagarse a partir de 1960, tal vez por haberse dedicado a estudiar de modo riguroso y obsesivo, no sólo música sino también actuación.

Sus representaciones en Latinoamérica fueron en los dos polos culturales muy importantes: Buenos Aires y México (1950-51-52). En Buenos Aires, inauguró por única vez la temporada lírica de 1949, en que cantó acompañada por el elenco del Teatro Colón, bajo la dirección de Tulio Serafín. El 20 de junio interpretó "Norma", de Bellini (cuatro funciones), junto al tenor Mario del Mónaco, la soprano argentina Helena Arizmendi y el bajo Nicola Rossi Lemeni. Luego, realizó una única función de "Aida", de Verdi, y un concierto sinfónico vocal el 9 de Julio, oportunidad en la que se cantó el Himno Nacional, obertura, aria "Casta Diva", aria del "Fausto", de Gounod y el tercer acto de "Turandot", de Puccini.

En 2006 México en el Museo Nacional de Bellas Artes realizó una exposición con los objetos y recuerdos de la diva ante su paso por dicho país. Postales, programas, fotos, cartas, partituras, trajes con los que representó a sus heroínas. Elementos teatrales y personales fueron algunos de los tesoros que la conectaron a Ciudad de México y Guadalajara, y a un público deseoso de conocerla. A su vez en Buenos Aires, en la Casa de la Cultura y Teatro Colón, se exhibió una colección de alhajas seleccionada por especialistas de la casa Swarovki, la misma que proyectó todas las joyas que la diva utilizó durante su carrera.

“Maria by Callas: In Her Own Words” (“María Callas: en sus propias palabras”) de Tom Volf, es la primera película en forma de documental que cuenta la historia de la legendaria cantante de ópera griega- estadounidense a través de su propia voz. La búsqueda, un tanto obsesiva, de una María Callas desconocida llevó al fotógrafo francés a encontrar presentaciones, entrevistas de televisión, material de exposiciones, grabaciones en estudios, películas caseras, fotografías familiares, cartas íntimas y protocolares, un bagaje insólito de memorias inéditas, casi todas nunca vistas en público.

El documental revela la esencia de una mujer extraordinaria que surgió de los suburbios en la ciudad de Nueva York, para instalarse en Atenas y desde allí convertirse en una glamorosa superestrella internacional y en una de las mejores cantantes de todos los tiempos.

Reunir el material para la película llevó al director Tom Volf cuatro años de minuciosa investigación, que incluyó material privado de los amigos y asociados más cercanos de la Callas, quienes le permitieron compartir sus recuerdos personales. El punto de partida de Volf no fue hacer un “biopic”, sino que trató de realizar una biografía novelada, y que como toda novela su trama es por capítulos, éstos están compuestos por entrevistas por TV con el célebre periodista David Frost en 1970, en una de las cuales le dice “el destino es el destino y no tienes escapatoria”, y en otra “me gustaría ser siempre María, pero está la Callas, de la que debo estar a la altura”, cartas (a las que pone su voz de Fanny Ardant), diarios íntimos (cuyos extractos son leídos por la mezzosoprano Joyce DiDonato), presentaciones, y actuaciones memorables.

El material de archivo es sumamente atractivo ya que posee algunas performances de la diva, pero sobre todo películas domésticas como el “back stage” de la filmación de “Medea” dirigida por Pier Paolo Passolini, en el que por sorpresa se ve a un Passolini alegre y revoltoso. También algunos ensayos con Luchino Visconti, sin olvidar las escenas de “Norma”, “Madame Butterfly”, “Un ballo in maschera”, “Carmen”, “Macbeth”, “La sonnambula” y “Tosca”, tomada en la Royal Opera House de Londres en 1964.

Después de 40 horas de películas, 200 horas de grabaciones, 400 cartas, cientos de fotos, y un trabajo de remasterización y orfebrería para recuperar al máximo los matices originales, y conseguir que la imagen resultara lo más íntima y cercana posible, Tom Volf internó al espectador en la intimidad de una “súper star”, como fue la Callas, y le permitió transitar por los laberintos de su vida privada, bucear en su pensamiento, y descubrir el corazón que latía detrás de su máscara pública, para exponer su profunda tristeza, amargura, felicidad o fracasos tanto sentimentales como artísticos.

Tom Volf trabajó para la realización del documental en estrecha colaboración con Nadia Stancioff, amiga íntima de Callas, a la que una vez le había dicho: "Si tengo que morir antes que tú, quiero que le digas a la gente quién era realmente".

Por esta selección tan cuidada de pequeños recortes en la vida de la diva, el documental ofrece un interés que escapa al lineal retrato biográfico de una artista cuyas aristas son infinitas, y están llenas de matices entre sus luces y sus sombras, que dejan entrever la justa medida el espacio que mediaba entre la persona y la leyenda de una diosa.

Lo interesante de “Maria by Callas: In Her Own Words” es que Volf no buscó a los expertos para que den sus testimonios, ni tampoco los chismes de la época, sino que utiliza el evocador encanto de las imágenes de archivos privados y otros no tanto, pero en su mayoría inéditas. Esas imágenes indagan en su carácter fuerte y tesonero, inseguridades e infortunios, quebrantos que no le permitían ser completamente feliz durante su afamada vida.

La virtud del filme es que no fatiga con la voz en off de un narrador, sino que siempre habla María en las entrevistas o canta la Callas en el escenario, Son sus palabras las que se escuchan, sus gestos o desplantes los que se ven. La Callas era una celebridad en la época de “La dolce vita” (1960), cuando los paparazi perseguían a las estrellas en cualquier rincón de tierra que visitaran. "Me siento elevada por encima de todo", dice la Callas. "Es mi manera de darle al público la ilusión de algo mejor".

El filme tiene un orden desplegado que es todo lo que se ve de la Callas: una sencilla mujer que buscó el amor y encontró el fracaso, que tan sólo quiso hallar el refugio de un hogar y naufragó, que ansiaba sentirse aceptada y abrigada y finalizó sus días en la soledad de un departamento parisino.

En el orden plegado lo que se observa es el retrato de una mujer cabizbaja, taciturna y triste que le dice a Frost: “Soy sólo una mujer, una mujer, no una diva (…) hay dos personas en mí… me gusta pensar que ambas van juntas. Mi propio yo ha estado allí cada segundo. No he hecho nada falso. Si trato realmente de escucharme seriamente, me encontraré a mí misma”. Y agrega: “Es una cosa muy terrible ser María Callas, porque se trata de entender algo que nunca puedes entender realmente”.

María Callas fue la gran diva del siglo XX, en donde su único anhelo fue "alcanzar esos cielos donde la armonía es perfecta".