Maracaibo

Crítica de Matías Orta - A Sala Llena

El cine nunca le dio a la espalda a una temática tan fuerte como la de una familia que debe padecer la muerte de un hijo. Hay ejemplos en todas las latitudes, y bien podrían nombrarse films como La Habitación del Hijo (La Stanza del figlio, 2001), de Nanni Moretti; El Laberinto (Rabbit Hole, 2010), con Nicole Kidman, y La Memoria del Agua (2015), a cargo de Matías Bize. Macaraibo (2017) se suma a esta tradición de largometrajes tan dramáticos como necesarios.

Gustavo (Jorge Marrale) parece tener una vida feliz. Ama a su familia, tiene un buen pasar económico trabajando de cirujano y pronto lo ascenderán. Pero todo cambiará a partir de una serie de sucesos. Primero descubre que Facundo (Matías Mayer), su hijo, es homosexual. No lo afecta tanto el descubrimiento como el hecho de que haya sido el último en enterarse. Pero luego ocurre un episodio que lo marcará para siempre. Cuando dos ladrones irrumpen en la casa, uno de ellos le dispara a Facundo, provocándole la muerte. Será el principio del fin para Gustavo, que comenzará a ser consumido por el sentimiento de pérdida, lo que afectará su relación con las personas que ama -empezando por Cristina (Mercedes Morán), su esposa-, y lo llevará a ir tras los responsables del asesinato.

En su tercera película, Miguel Ángel Rocca presenta un descenso a lo más tenebroso de uno mismo; la radiografía de una persona quebrada, consumida por el recuerdo de lo que fue y de lo que pudo haber sido, apaleada por la culpa, encendida por el deseo de venganza.

Jorge Marrale lleva adelante el film gracias a una interpretación sublime. Pocas veces un actor transmitió dolor, abatimiento, furia y compasión con ese nivel de autenticidad, y valiéndose de recursos calculados, como gestos calculados y silencios (esto también es mérito del guión, a cargo de Rocca y Maximiliano González). Tampoco se quedan atrás Mercedes Morán, en un personaje que atraviesa el duelo de un modo menos extremo, y Nicolás Francella, muy convincente como Ricky, el ladrón de los bajos fondos que provocó la ruina de la familia. También vale mencionar el trabajo de Matías Mayer, Alejandro Paker, Mónica Lairana, José Joaquín Araujo y Luis Machín, quien encarna al ladrón principal y padre de Ricky.

Maracaibo es una experiencia dura, difícil, pero siempre en el marco de una gran película que invita a reflexionar sobre el vínculo familiar, los que se van, los que quedan, y el límite entre el abismos y la superación.