Mal del viento

Crítica de Juan Carlos Fontana - La Prensa

Desencuentro de dos culturas

La documentalista Ximena González acompañó con la cámara el proceso que llevó al niño a transitar el esperanzador paso hacia su operación por una cardiopatía congénita y el desgarrador final que significó su muerte.

A lo largo de 2005 la documentalista Ximena González acompañó con su cámara a la familia de Crispín Acuña (20), su mujer Leonarda Vázquez (17) y Julián Acuña (3), el niño aborigen, que padecía de una cardiopatía congénita (según los médicos) y por una orden judicial, fue traído de su Misiones natal, a nuestra ciudad. Se lo operó exitosamente en el Hospital de niños Ricardo Gutiérrez y más tarde su dolencia se complicó, por lo que murió en junio de 2006.

Esa familia pertenece a la comunidad guaraní de Pindó Poty, ubicada a doscientos kilómetros de la provincia de Misiones, en un paraje conocido como "El soberbio". El pequeño Julián había nacido el 26 de julio de 2002, en el hospital del lugar. A los tres años, una descompensación obligó a llevarlo al hospital de pediatría de Oberá y los médicos aconsejaron llevar al chico a Buenos Aires.

COMO UN SUEÑO
Cuando los padres le cuentan la situación a la gente de su comunidad, el Opyguá, líder espiritual de la aldea guaraní, dice que soñó que al cuerpo del chico ingresó un espíritu y alojó cinco pequeñas piedras en la cavidad del corazón. Luego de este comentario, los padres regresan con el niño a su casa, para que sea tratado con la medicina aborigen. Pero hasta el lugar llega un patrullero con la orden de una juez y la familia es obligada a trasladar al chico al porteño hospital Gutiérrez.

Cuando los médicos, le dicen a los padres que se debe operar al niño, Pablo Villalba, líder espiritual de la comunidad Mbya, les pide a los médicos, que permitan que el chico regrese a su provincia, que se lo va a curar con la medicina de su pueblo. Luego de una reunión el comité de bioética del hospital porteño, se decide operar al chico, pero sin la venia de los padres.

UN INTERROGANTE
El postoperatorio es bueno, a Julián se lo ve jugar y los médicos indican que puede volver a su provincia. Más tarde en el chico se repiten los síntomas, se lo interna nuevamente en Oberá y de Misiones se lo traslada otra vez a Buenos Aires. En el Hospital de Niños, a finales de 2005 los médicos dicen que ya no se puede hacer nada y el chico regresa a Misiones.

El pequeño Julián Acuña, que durante su estadía porteña se convirtió en una noticia mediática, fue víctima de un choque entre dos culturas, la propia y la del "hombre blanco", como la llaman los aborígenes. Este es el interrogante que deja abierto este contundente documental, de planos cortos, precisos, que la directora Ximena González concreta con valentía, dejando que su cámara se convierta en testigo de un hecho profundamente doloroso.