Luchando con mi familia

Crítica de Diego Batlle - La Nación

Si alguien leyera la sinopsis de la película (la historia real de una joven inglesa de clase baja que se convirtió en campeona mundial de lucha libre) es probable que -si no es fan de la WWE y no conoce al personaje de Paige- dé por terminado de inmediato su interés en el asunto. Sin embargo, hay que advertir que Luchando con mi familia es, en verdad, una opción para el disfrute incluso de los que nada saben de ese universo de tomas, patadas y coreografías entrenadas (y guionadas) durante meses de gimnasio.

Este film escrito y dirigido por el británico Stephen Merchant (consagrado en la TV por su trabajo en The Ricky Gervais Show y The Office) es una combinación imbatible de humor inglés sobre la clase trabajadora (con aires de Ken Loach y Stephen Frears), épica de superación a-lo- Rocky y una impronta feminista muy a tono con estos tiempos.

En el comienzo del film vemos a los Knight, familia de luchadores de Norwich que recorre con su camioneta tugurios de mala muerte organizando peleas ante un público más bien escaso y hostil. Pero papá Ricky (un hilarante Nick Frost) y mamá Julia (Lena Headey) han conseguido transmitirles la pasión por el cuadrilátero a su hijo Zak (Jack Lowden) y a su hija Saraya (consagratorio trabajo de Florence Pugh), quienes después de mucho perseverar tendrán la oportunidad de probarse en el riguroso sistema de evaluación y selección de la WWE en los Estados Unidos. Saraya resulta elegida; Zak, no.

Cómo Saraya (su nombre artístico terminó siendo Paige), una joven no demasiado atractiva y de físico tampoco demasiado exuberante, terminó convirtiéndose en una sensación mundial en un negocio dominado por hombres y donde las pocas luchadoras eran elegidas entre modelos y cheerleaders es algo que Merchant describe con frescura, desparpajo, convicción, emoción y -algo poco habitual en este tipo de "placeres culpables"- suma elegancia. Y si algo le faltaba a Luchando con mi familia para que el disfrute fuese completo están las apariciones de Vince Vaughn como el implacable entrenador de Paige y del siempre carismático Dwayne Johnson (excampeón de la WWE y coproductor del film) en una intervención breve pero decisiva. Algunos podrán ver en la película un vehículo para la promoción de la WWE, y efectivamente lo es, pero qué importa si lo hace con las armas más nobles del cine popular. Claro que la visión puede resultar un poco edulcorada y tranquilizadora: en 2018, Paige anunció su retiro definitivo tras una tremenda lesión. Tenía apenas 26 años. La realidad suele ser bastante más dura que la ficción.