Los Vengadores: Infinity War

Crítica de Diego Batlle - La Nación

Diez años, tres fases y 19 películas han pasado desde Iron Man hasta Avengers: Infinity War , película que es algo así como una fiesta a la que han sido invitados todos los superhéroes de Marvel (y nadie pega el faltazo, por supuesto). El resultado es contradictorio: por un lado, los fans disfrutarán de verlos juntos, pero al mismo tiempo ninguno tiene demasiado tiempo en pantalla como para lucirse en serio. Cada uno carga con algún trauma personal, tiene un par de parlamentos graciosos o solemnes, participa en alguna escena de acción y a otra cosa. Es como esos conciertos a beneficio en los que se van subiendo al escenario múltiples figuras para aportar un par de acordes, un estribillo. El efecto de acumulación suma por un lado (hay tantas estrellas como para armar dos equipos de fútbol), pero también resta por el otro.

Más allá de ver en pantalla al elenco completo de Marvel (Iron Man, Hulk, Thor, Capitán América, Doctor Strange, El Hombre Araña, Pantera Negra y hasta el equipo de Guardianes de la Galaxia), si hay algo que eleva la valoración del film no son sus múltiples superhéroes, sino su imponente villano: el Thanos de Josh Brolin (una mixtura entre Hellboy y Darth Vader) tiene más minutos y matices en pantalla que cualquier otro personaje.

La premisa es básica y se plantea desde la primera escena: Thanos y sus secuaces tratan de apoderarse una por una de seis gemas, ya que la posesión de todos esos cristales les garantizará el dominio del universo. Lo que sigue dentro de los 149 minutos del film de los hermanos Russo son batallas que transcurren tanto en lugares reales (Nueva York) como ficcionales (Titan, Knowhere o la Wakanda que conocimos hace poco en Pantera Negra).

Más allá de la extensa duración, no hay demasiado tiempo para desarrollar en profundidad ningún conflicto (los superhéroes que estaban distanciados o peleados entre sí aparecerán juntos en el plano siguiente), pero si no hay espacio para esas "nimiedades" los directores nos regalan vertiginosas escenas de masas y un despliegue de efectos visuales asombroso. En verdad, Avengers: Infinity War funciona como la primera parte de algo todavía mucho más grande que vendrá el año próximo con la cuarta entrega de Los Vengadores.

En ese sentido, esta vez sí es recomendable que el público tenga la suficiente paciencia como para soportar los larguísimos créditos finales y apreciar la escena que aparece después: no se trata de una mera humorada, de un guiño cómplice o de un adelanto de un personaje que llegará en una película de la factoría de aquí a cinco años sino de un cliffhanger perfecto para esperar con ansiedad la continuación de esta historia y el cierre definitivo de la denominada Fase 3 del Universo Cinematográfico de Marvel.