Los Increíbles II

Crítica de Alejandro Franco - Arlequin

Si el universo cinematográfico nos ha negado tener una versión decente de Los 4 Fantásticos (aún después de cuatro intentos!), al menos la compensación cósmica la tenemos en la saga de Los Increíbles. Las diferencias del reparto de superpoderes son cosméticas (pusieron a un chico velocista a lo Flash en vez de la Antorcha Humana, pero el resto se ve igual) pero la mecánica es la misma. Considerando que cuando apareció el filme de Brad Bird en el 2004 no había casi nada en materia de superhéroes – sólo algunas producciones esporádicas; no existía ni el Universo Cinemático Marvel ni Christopher Nolan había llevado al zenit de El Caballero de la Noche -, su regreso era mas que esperado. Y las pruebas están a la vista: con el género de superhéroes en plena euforia, Los Increibles 2 hicieron 1.231 millones de dólares, nada mal para una franquicia que se tomó 14 años en parir la pertinente secuela.

Aún con todo ello – los halagos de la crítica y el público, la tonelada de dolares de recaudación en taquilla – la saga de Los Increíbles es una que no me termina de conformar. Los raptos furiosos de acción y humor no terminan camuflar que hay algo aburrido escondido en la trama, un detalle que es difícil de descifrar cuál es y por qué no funciona. Será porque hay toneladas de referencias pop y toques retro futuristas (que tanto ama Brad Bird pero que se le escapan al público infantil); o será que, cuando los trajes de superhéroes están guardados, la trama familiar no es muy divertida que digamos. Los Increibles 2 tiene mucho mas acción y humor que el original pero, por contra, el argumento es mas débil: toda la historia de una pareja de hermanos billonarios decididos a sacar a los superhéroes de la ilegalidad (y abandonar todo ese escenario tipo Watchmen que el original del 2004 había pintado) parece arbitraria y traida de los pelos. Lo mismo las causas de la venganza del villano parecen carecer de fuerza. El por qué se reúnen de la nada un montón de politicos de todas las naciones y desean eliminar el baneo a la actividad de los superhéroes es inexplicable. Todo esto es una excusa para que superhéroes y mandatarios estén reunidos en un solo lugar y a mano de los propósitos nefastos del villano, pero carece de lógica explicable.

El otro detalle que afecta a Los Increibles 2 es la necesidad de cambiar los roles tradicionales y empoderar a Elastigirl (e incluso ponerla contra una super villana). Uno está de acuerdo con la necesidad de emparejar roles, funciones y hasta salarios entre hombres y mujeres en Hollywood, pero una cosa muy diferente es alterar el balance de una franquicia establecida para dejar contento a un grupo de público determinado. Es como si tomaran la historia de Superman e hicieran a Lois Lane el personaje mas importante de la historieta, o como aquellos que pujan el reemplazo de Daniel Craig por una Jane Bond mujer. Llega un punto en que el movimiento para empoderar a las mujeres (sea actrices, directoras, roles femeninos, etc) termina siguiendo un camino forzado y antinatural en vez de un crecimiento espontáneo. Acá Elastigirl viene a ser una especie de Batman (o Batgirl, si se quiere), plagada de gadgets para derrotar a los villanos de turno mientras Mister Increíble se ve relegado al rol de niñero y amo de casa. Si, pasan cosas graciosas, pero la decisión del libreto es superficial. Si los hermanos Deavor quieren sacar a los héroes del ostracismo, ¿por que no elegir 10 o 20 héroes en vez de centrarse unicamente en Elastigirl?.

Es por eso que el equipo aparece a las perdidas, al principio y al final del filme, y el resto son las desventuras familiares de Mr Increíble mientras Elastigirl investiga el misterio de turno. Eso es lo que hace diferente al filme de cualquier otro de superhéroes en donde los paladines de turno se pasarían minuto a minuto develando el plan del villano en vez de ocuparse de los problemas amorosos de la hija adolescente, el drama para aprender matemáticas del pequeño de la familia o ver qué macana está haciendo el bebé que acaba de descubrir sus superpoderes. Quizás el problema pase – en un momento de sinceridad suicida – porque a nadie le importa la vida familiar de los Parr y solo espera ver los superheroismos habituales como un filme de Marvel. O quizás la cuestión sea que los elementos familiares no está bien balanceados – yo me divertía mucho con la inusual (y amorosa) conducta paternal de Paul Rudd en Ant-Man, pero acá los Parr & Cia me aburren -.

Los Increíbles 2 es mas de lo mismo; es espectacular y tiene humor, pero el libreto tiene menos sentido y aún hay momentos que aburren a la platea infantil. Ni por asomo es un mal filme, pero desde ya es uno que no termina por satisfacerme del todo a pesar de su exquisito envoltorio de lujo.