Los Árboles

Crítica de Rodrigo Chavero - El Espectador Avezado

Llueve en la ruta, la sierra cordobesa y un tupido bosque se muestra a ámbos lados de la ruta. Nos acercamos al Pan de Azúcar, en la zona de Cosquín, Córdoba. Naturaleza en estado puro. A ella llega Mariano Luque, a conocer más sobre la familia de su abuelo, artista plástico y amante de su tierra.
No es, anticipamos, una historia más. Esta es una particular, la del hombre detrás de "El silencio", espacio forestado en una montaña, en el cual este hombre, Macias, vivió y proyectó su herencia.
Un campo donde viven hijos y nietos, una familia que el cineasta no conoce y empezará a vincularse, a partir de este documental. Macias, el abuelo de Luque, tuvo nada menos que 17 hijos. Fue un hombre que tuvo 9 con su primera mujer, vínculo que lo emparenta con el cineasta. Luque no tuvo mucho contacto con él, por ser de la familia más lejana en el tiempo, y a partir de una visita al lugar, percibió que en la dinámica de lo que veía, había una historia por compartir.
Luque descubrió algo singular, la familia iba a visitar la tumba de su padre, a una tumba en forma de árbol.
Sí, la urna con sus cenizas fueron enterradas allí por pedido de Macias. Como pedido para que los árboles lo "abrazaran", el patriarca decidió que su última morada debía ser allí. Una particular forma de fundirse con el bosque y la naturaleza que tanto amaba.
En cierta manera, "Los árboles" cuenta la historia de Macias y como Mariano, se acerca a esa familia más jóven, que vivió con su abuelo en los últimos años. El director intenta acercarse, a través del registro de pequeñas anécdotas, a reconstruir algunos elementos de la este paisajista cordobés que ha dejado una gran huella en su núcleo familiar.
El concepto de trascendencia, en esa trama de relaciones, es sentido y palpable. Luque desea adentrarse en esa decodificación de sentidos que significa haber vivido en ese bosque serrano y ser parte activa de ese ecosistema.
El clima es decontracturado y fluye lentamente al crepitar de los fogones que los unen en encuentros donde la música genera una atmósfera especial. Indudablemente, el efecto de haber soñado con una transmisión invisible, unida al espacio y al arte, se nota presente a lo largo de toda la obra.
Incluso, por supuesto, en Mariano Luque. "Los árboles" se presenta como película paciente, curiosa y pequeña, en el sentido de que presenta una historia familiar simple, instantánea de una vida intensa en un lugar muy distante al que vivimos en la ruidosa e industrial Buenos Aires.
Acierta con un enfoque descontracturado sobre cómo se reconoce y valoriza el pasado, a través de la actualidad de los vínculos familiares. Es, en definitiva, una historia que merecía ser contada y que tiene su correlato en un film correcto y accesible.