Loco y estúpido amor

Crítica de Diego Curubeto - Ámbito Financiero

Sorpresivos enredos romántico-familiares

Más allá de sus tonos agridulces, «Loco y estúpido amor» es una mezcla curiosa de distintos tipos de comedias, al punto de que se la podría definir como una comedia de enredos romántico-familiares. La película comienza en un restaurant donde la cámara se mete debajo de las mesas para mostrar las caricias de los pies entrelazados de la mayoría de las parejas comensales, excepto los del dúo protagónico, Steve Carell y Julianne Moore. El está quejandose de haber quedado demasiado lleno, mientras elige el postre, y se queda totalmente petrificado cuando ella le pide el divorcio. Luego de 25 años en pareja, el desolado marido, ya divorciado y mudado a su propio departamento, no tiene la menor idea de cómo comportarse con las mujeres. Totalmente perdido en un bar lleno de chicas ansiosas de que alguien las lleve a su casa, el pobre hombre encuentra una extraña ayuda, probablemente surgida de la lástima. Un desconocido (gran papel de Ryan Gosling) que aparentemente tiene gran éxito con las chicas, le invita un trago y se compromete a darle lecciones de cómo recuperar su masculinidad perdida décadas atrás.

Por momentos parece imposible que el recién divorciado, que habla solo en bares repitiéndole a cualquier desconocido el nombre del compañero de trabajo de su ex mujer que provocó el divorcio, pueda llegar a convertirse en un seductor exitoso. Pero, además de las excelentes actuaciones de todo el elenco, lo mejor de «Loco, estupido amor» son las vueltas sorpresivas de una historia en general muy bien narrada por el dúo de directores (está escrita por Dan Fogelman, el mismo guionista de las dos «Cars», entre muchos otros flms). Aparte de la pareja divociada, el amigo misterioso depredador de bares con solteras, y del compañero de oficina que hizo detonar la ruptura (un Kevin Bacon que podría haber estado mejor aprovechado) hay toda una gama de personajes que mezclan sus pasiones del modo más torpe y desventurado posible, incluyendo al hijo de 13 años con tendencias romántico-onanistas de los protagonistas, una babysitter enamorada del padre de los chicos que cuida, una profesora ex alcohólica lista para cualquier cosa y una futura abogada conforme con un novio que alguien definió como un «valium humano», a pesar de tener propuestas más fogosas.

Con esta descripción, casi todo en esta película pinta bien: hay buenos actores y una historia original bien contada. El problema es que faltan gags, algo que llama la atención siendo éste un film de los directores de la salvaje historia de amor gay «Una pareja despareja», en la que Jim Carrey se enamoraba en la cárcel de Ewan McGregor. Esa película no tenía la cohesión de ésta, pero sus gags eran terriblemente eficaces, mientras que los de «Loco y estupido amor», en general, sólo hacen sonreír. El final meloso y un poco patético tampoco ayuda a equilibrar un conjunto que, de todos modos, tiene bastantes cualidades como para poder recomendarse.