Locamente enamoradas

Crítica de Fernando Sandro - El Espectador Avezado

Caer o no caer en lo clichés, esa parece ser la cuestión de “Locamente enamoradas”; el intento de realizar una comedia romántica y contarla de un modo original, hasta tomándose en solfa las reglas pre-establecidas del género... pero también sin alejarse demasiado, porque sin lugar a dudas se trata de un producto popular, reconocible para el público, y eso puede significar darle lo que esperan; entonces ubiquémonos en las medias tintas.
La actriz devenida en directora Hilde Van Mieghem nos muestra un momento en la vida de cuatro mujeres, de diferentes edades y personalidades, pero todas redundan en lo mismo, las cuatro andan con problemas del corazón. El nexo familiar es Judith (Verlee Dobbelaere, muy parecida a Kristin Scott Thomas), una ¿cuarentona? ¿cincuentona? Que todavía prueba suerte en el arte de la conquista, actriz de profesión, mantiene relaciones con hombres que no la merecen y siempre termina cayendo en el regazo de Bert (Koen De Bouw) su ex marido a quien solo usa como paño de lágrimas.
Ambos comparten una hija, la pequeña Eva (Aline Van Hullen), que es quien lleva el relato adelante mediante la voz en off, preadolescente que descubre el amor por primera vez pero no está claro si es correspondida.
También contamos a Michelle (Marie Vinck, hija de la directora), hermanastra de Eva, hija de un primer matrimonio de Bert con una amiga de Judith y criada por esta última como una hija; por un lado, intenta ser reconocida por su padre profesionalmente (es además su jefe en un estudio de arquitectura), tiene una relación a la que siente estancada y terminal, y está enamorada desde muy chica del novio de Bárbara (Wine Dierickx).
¿Quién es Bárbara? La hermana menor treintañera de Judith, buscando infructuosamente un hijo con su novio, algo frígida en un principio, termina descubriendo la pasión en un amorío con un colega profesor de la escuela de Eva. Los enredos quedan en familia y todo está revuelto.
La idea de Mieghem (que además oficia como co-guionista) es contar un argumento que no destaque por su originalidad, pero sí hacerlo de un modo innovador.
De este modo, la película se complementa con escenas oníricas, pensamientos vívidos de las chicas, diálogos chispeantes e inteligentes que rozan lo intelectual al estilo Woody Allen, y mucho, mucho desparpajo.
Todos los sentimientos por los que pasan nuestras cuatro heroínas son demostrados a través de secuencias imaginarias.
Como ya ha sucedido otras veces, las dualidades son peligrosas, pueden convencer a la amplitud, o desconcertar en igual medida. La historia que mejor funciona es la de Bárbara, y sin embargo, es en la que más clichés cae, y como espectador puede que quede una duda si esos pasos obvios de fórmula están puestos de manera burlona (como la escena de la propuesta de casamiento) o si simplemente se rindió ante lo inevitable.
Con todo, no puede negarse que estamos ante una película muy colorida, divertida, con momentos de gracia genuina, una fotografía interesante, convincentemente interpretada en su conjunto y que cumple perfectamente con el objetivo nada menor de ser pasatista.
No por tratarse de un film belga, no proveniente del mainstream hollywoodense tiene que tratarse de una película diferente. “Locamente enamorada” sale a ganarse al gran público, y las amables armas que utiliza son más que nobles