Lo mejor de nuestras vidas

Crítica de Jessica Johanna - El Espectador Avezado

La última película del director Cédric Klapish es una comedia romántica centrada en el personaje de Xavier (Romain Duris), hombre de unos cuarenta años, divorciado y con hijos, que intenta escribir en su nuevo hogar: una Nueva York a la que se fue siguiendo a su ex mujer y a la que todavía no logra comprender del todo.
Esta película es la tercera parte, tras Piso Compartido y Las muñecas de rusa, de una trilogía que sigue a diferentes amigos. Mientras las primeras eran más corales, acá pasa a ser él el protagonista casi exclusivo del film.
Es él mismo quien relata su historia, cómo terminó todo con su mujer, se fue a vivir a Nueva York siguiéndola, y hasta terminó casado con una china, todo a través del skype, a su editor, porque de todo ese caos que es su vida pretender hacer un libro.
El divorcio, la nueva pareja muy bien acomodada de su ex mujer inglesa (Kelly Reilly), el embarazo de su mejor amiga lesbiana (Cecile de France) que probablemente haya sido la causa de la separación, la amistad con otra mujer de su edad con hijos (Audrey Tautou), y el casamiento con una china muy agradable deberían ser material de sobra para cualquier escritor.
El caso es que Xavier apenas encuentra tiempo para escribir con todo lo que conlleva instalarse en Nueva York y sus dos hijos.
El film se va sucediendo de manera caótica y divertida, siempre con el punto de vista único de su protagonista, que a veces se sorprende a sí mismo conversando en su mente con un filósofo alemán, por ejemplo.
Aun así, a veces parece que no sabe a dónde se dirige. Y para quienes no vieron las dos películas anteriores, se siente que el personaje que interpreta Audrey Tautou entra tarde a la historia, sobre todo teniendo en cuenta la importancia que va a tener en la decisión final.
Incluso esa resolución se siente un poco abrupta, y se lamenta que no haya cierres dignos de otros personajes secundarios que anduvieron dando vuelta por ahí (como el de su mencionada amiga lesbiana).
Pero no hay dudas de que el film es un retrato honesto sobre la crisis de los cuarenta (que no es la típica crisis existencialista) que lo encuentra a Xavier buscando el amor e intentando balancearlo con las otras cosas de su vida.