Línea de 4

Crítica de Patricia Relats - El Espectador Avezado

La película dura 90 minutos. Como el fútbol. Como los juegos de equipo a los que estamos acostumbrados a ver (y dirigir) desde el sillón. Dirigida por Diego Bliffeld y Nicolás Diodovich nos muestra que el cine también puede hacerse porque tenés algo que contar y no por lo que diga un focus group sobre lo que ahora se quiere escuchar.
Esta es la historia de cuatro amigos, que luego de cuatro años se vuelven a ver para sufrir el partido del final de Brasil 2014 Argentina – Alemania. Como siempre, es lo que nos une y la excusa: quien se casa, quien se separa, quien está bien y quién está mal. Esos amigos que no te cuestionás por qué seguís llamando amigos si la última vez que se juntaron todos seguido, el 90% vivía con sus padres aún.
Pero eso no es lo que los une: ni los años pasados, ni la final. Lo que los une es un amigo ausente, es la pérdida de esa persona en una situación traumática, que los obliga a rever su vida actual.
El film tiene un inicio un poco forzado y que cuesta entrar en ritmo, cosa que justificás cuando los personajes empiezan a dar sus puntos de vista y a desarrollarse. El espacio es inteligente en cuanto a la definición del dueño de casa, a los guiños cinéfilos como el poster constante de “Stand by me” y los planos cortos y los juegos de foco. Esto muestra una buena dirección ahí donde al guion le falta o donde los actores no siempre defienden.
Aún así, como se desarrolla en un solo espacio y recae mucho en lo actoral, en situaciones dejan a los actores defender con uñas y dientes una historia densa, de la que salen mucho mejor parados en el “segundo tiempo” que en el primero.
Los personajes son verborrágicos como somos nosotros y el espectador rápidamente puede encontrarse reflejado o reflejar discursos de amigos en ellos. Lo que más destaco es ese sentimiento de nostalgia que está impreso en todo el relato. Como si estuvieran velando a una amistad. “Línea de 4” es una táctica de defensa. Y son cuatro personajes a la defensiva. Por momentos vos querés atacarlos, por otros te sentís identificado y te da un poco de impresión verte en ese espejo.