Life: vida inteligente

Crítica de Diego Lerer - Micropsia

Jake Gyllenhaal, Ryan Reynolds y Rebecca Ferguson protagonizan esta película de terror en el espacio con reminiscencias de la original “Alien” en la que una misión que viaja a recoger muestras del planeta Marte termina con una peligrosa y letal criatura metida dentro de la nave.

Seguro que todos hemos visto esta película antes. O variantes de la misma. Un poco ALIEN, un poco GRAVEDAD, otro tanto MISION A MARTE y de decenas y decenas de filmes donde una misión espacial sale mal. Muy mal. Eso es LIFE: VIDA INTELIGENTE, en la que Daniel Espinosa (sueco, de familia chilena) dirige a un grupo de seis integrantes de la Mars Pilgrim 7 Mission que viaja a recoger en el espacio una capsula que llega de Marte y que parece traer señales de algún tipo de vida microcelular. O algo por el estilo. Espinosa elige empezar la película con un plano secuencia espectacular pero claramente plagado de trucos y efectos visuales que dura unos siete minutos o más y en el que los miembros de esta misión tienen que recuperar ese perdido container que trae –como pueden imaginarse– malas noticias.

Un par de meses antes que Ridley Scott vuelva a enfrentarnos a sus viejos y queridos extraterrestres en su esperada ALIEN: COVENANT, Espinosa reúne a Ryan Reynolds, Jake Gyllenhaal, Rebecca Ferguson y a otros tres especialistas en una nave que se encuentra con problemas seguramente similares. Aquí lo que hallan es una “criatura” que solo puede verse en un microscopio y que parece no reaccionar ante nada. Sabemos todos que eso no durará mucho. El bichito, bioquímica y electricidad mediante, reaccionará, empezará a crecer unos centímetros y antes de que los muchachos se den cuenta ya tendremos una especie de bizarra mezcla entre agua viva y pulpo que no solo será muy inteligente sino que tendrá bastante apetito.

Pese a que el elenco hace pensar en una película de enorme despliegue y presupuesto, LIFE tiene algo de PASAJEROS, la película de hace unos meses con Jennifer Lawrence y Chris Pratt que tenía una sola –si bien enorme– locación en el espacio. Esta nave tal vez no sea tan grande como aquella, pero tiene un diseño lo bastante complejo como para que la cámara pueda perderse ahí y, como los actores, navegar sin gravedad alguna. Más allá de una sorpresa hitchcockiana que pocos se verán venir y que no adelantaremos, LIFE recorre caminos probados: gente inteligente que, por curiosidad o por creerse todopoderosos, toman decisiones estúpidas, una y otra vez. Y una criatura que va haciendo de las suyas por más trabas que intenten ponerle en el camino.

Pese a ofrecer pocas sorpresas en lo que respecta a su trama (tal vez el final sea lo único potencialmente sorpresivo), LIFE tiene dos puntos a favor: economía narrativa y una criatura lo suficientemente repugnante como para obligar a los espectadores a entrecerrar los ojos cada vez que acerca alguna de sus partes a cualquiera de los humanos. Con “economía” me refiero a que, como toda buena primera película de la que tal vez sea una saga (eso dependerá de cómo funcione), no hay todavía complicadas conexiones que hacer y la trama jamás se enreda demasiado: es una historia de supervivencia por momentos contada con bastante eficiencia y, en otros, de una manera un tanto confusa e inconsistente, como si algún editor hubiera metido la mano bruscamente en un par de secuencias, especialmente en las de la última media hora.

Por otro lado, cuando la criatura va tomando dimensiones más y más grandes se va volviendo realmente desagradable y sus ataques impresionan bastante. Y si bien Espinosa no se regodea demasiado en el asunto, algunos planos del filme harán que los espectadores más impresionables no prueben ningún tipo de calamar o molusco por el resto de sus vidas. De todos modos, es inevitable que ese mismo encierro que sienten y viven los protagonistas se transmita al espectador, quien seguramente terminará un tanto asfixiado, rezando por poder salir de una vez por todas de esa trampa mortal que es nave espacial + criatura hambrienta.

Los personajes no son particularmente originales y el guión de Rhett Reese y Paul Wernick (los mismos de DEADPOOL) no tiene nada que ver con el de aquel filme, ya que el humor brilla por su ausencia y –salvo una– casi no hay referencias cinéfilas. Ferguson encarna a la eficiente directora de la misión que tiene un claro pero muy difícil de ejecutar plan ante emergencias de este tipo, Gyllenhaal es el cansado/enfermo capitán de la nave que prefiere el espacio a la Tierra (estuvo en combate en Siria) y Reynolds es el mecánico bromista y arriesgado en un grupo que se completa de la manera más políticamente correcta posible: con una rusa, un afroamericano y un japonés.

Todo funciona, casi, en plan película grande con espíritu Clase B: no hay visiones grandilocuentes ni muchos planos espaciales impactantes y ninguna de las tendencias pseudofilosóficas que vienen atosigando a algunas películas de ciencia ficción recientes como INTERESTELAR o LA LLEGADA. Aquí es una película de terror en el espacio donde, como ya se sabe, si les pasa algo, nadie los escuchará gritar.