Legado del Mar

Crítica de Pablo E. Arahuete - CineFreaks

Vida acuática

Muchas veces los documentales de observación se paran en el umbral entre lo real y lo simbólico y en la singularidad de ese viaje se construye una red de significados con su propia lógica, y que necesitan del guiño con el público para anclar el relato en un código.

La pregunta entonces sería ¿cómo reflejar un universo o micro cosmos tan alejado de nuestra propia realidad y hacerlo de manera interesante, con el objeto de trascender la mera anécdota de un oficio o de un modo de vida? La respuesta, lo simbólico, ni más ni menos que eso.

Es por ello que en este documental que puede dividirse en dos zonas conceptuales, donde el denominador común son los pesqueros artesanales y el mar, existe un equilibrio entre lo que el propio mar trae y lo que quita. Péndulo paradójico en el que el director Gastón Klingenfeld, quien debuta en el ámbito del documental, se encarga de mostrar la vida de los pescadores de Rawson y particularmente de seguir los pasos del barco pesquero Pica I, que no sólo es el más viejo de la flota amarilla -remontó los mares en 1945 y desde ese momento no paró hasta la actualidad- sino que fue timoneado por generaciones de una misma familia.

Juan Iglesias, el más longevo, todavía aparece en el puerto cuando su hijo zarpa para realizar la actividad de pesca artesanal de una especie particular de langostinos. Al igual que su padre, el mar le inspira respeto pero a diferencia del anciano no pretende extender el legado en sus hijos porque ha perdido muchos amigos en el oficio. Cuando don Juan explica a los más jóvenes la decadencia del puerto como parte de un correlato de décadas en que la industria pesquera ha sido negocio para muy pocos, pero sustento para varios que como él llegaron al sur para poblar la Patagonia como parte de otro legado, que hoy encuentra un espacio en la memoria y en lo simbólico.

Entonces en esa línea narrativa una red ya no es una red de pesca, una cajonera de plástico adonde van a parar los langostinos extraídos ya no representan lo que se ve, sino que llevan la huella de muchas historias de supervivencia, de muchos sueños que se depositan antes que la red se recoja y el barco inicie su regreso a un puerto que espera, a una familia que también espera y que a veces se queda sólo con eso, porque al igual que el mar forman parte de un país que así como da también quita.