Le confessioni

Crítica de Pablo O. Scholz - Clarín

Pecados por perdonar

Con las intrigas que se tejen alrededor de los poderosos del mundo, combina thriller y drama.

Daniel Auteuil suele estar bien –muy bien- en todos los papeles que le ofrecen y el actor de Jean de Florette acepta. Esta misma semana lo tenemos en dos estrenos, El misterio de Kalinka, casi como protagonista absoluto como el padre que descubre que su hija ha sido asesinada, y también en Le confessioni, con un papel -el director del Fondo Monetario Internacional- con el que es menos fácil trabar simpatía.

Todo transcurre dentro de un lujoso hotel alemán, con vista al Báltico, en el que se reúne el Grupo de los 8, para tomar una medida que, se dice, será drástica e importante. Nadie sabe por qué Daniel Roché (Auteuil) también convocó a una estrella de rock tipo Jon Bon Jovi, a una autora de best sellers para niños y adolescentes a lo J.K. Rowling, y a un monje. Tal vez la excusa sea que el hombre quiere aprovechar y festejar su cumpleaños.

Un hecho imprevisto modificará todo. Una muerte suma a varios en cuasi desesperación, y creen que el monje confesó a más de uno y el secreto pueda dejar de serlo. ¿Cambiarán de opinión sobre esa decisión tan importante que piensan tomar? ¿Eh?

El monje es un hombre que presumimos es sabio. Sí sabemos que es de pocas palabras, que publicó un libro que leyó Roché y que casi que hace un culto de la piedad.

El problema que tiene Le confessioni no es inconfesable. El director Andó pone en un ámbito que le es extraño a su protagonista -el monje- y decide sermonear -el realizador-, o peor, explicar cómo funciona el mundo.

Las intrigas que se tejen alrededor de la tragedia correrían en paralelo a qué es lo que sabe y/u oculta el religioso, pero también cómo se manejan los poderosos a la hora de decidir buena parte del destino de los ciudadanos del mundo.

Toni Servillo es otro actor que suele elegir muy bien sus papeles. El protagonista de la tan amada cono vilipendiada La grande bellezza, de Sorrentino, hace un personaje que por momentos parece tranquilo y por otros una mezcla de Roberto Carnaghi y Luis Felipe Noé. La tipificación de algunos miembros del G8 por cierto que no ayuda, aunque el tono del relato nunca llega a ofuscar a nadie y el aspecto de thriller con aroma de drama le sienta bien.