Las playas de Agnès

Crítica de Marcos Rodriguez - CineFreaks

Las vidas de Agnes Varda

Las playas de Agnes resulta doblemente fascinante. Por un lado se trata de un relato autobiográfico de la ya mítica Agnes Varda, lo que equivale a decir que la película atraerá por su contenido: una perspectiva interna de la vida de esta artista y de las personas con las que vivió y convivió, su acercamiento al cine, su contacto con la Nouvelle Vague, su vida junto a Jacques Demy. Una película para cinéfilos y para todo aquel que esté más o menos interesado por la historia del cine y del arte.

Por otro lado, Las playas de Agnes constituye un experimento formal atractivo por sí mismo. Si bien sigue el esquema biográfico, con una línea cronológica, presentación de material de archivo y demás, las libertades con las que Varda maneja su obra la acercan más al ensayo que a otra cosa. Hay momentos de pura reflexión (cinematográfica). Hay momentos de representación de eventos pasados con autos de cartón y oficinas armadas en una calle de París sobre la arena. La propia Varda habla constantemente, a veces desde la voz en off y muchas veces directamente a cámara, gesticulando de formas extrañas. No hay nada claro o sencillo, la película no intenta generar la ilusión de un tiempo recuperado. Sí hay fotos, fragmentos de películas, alguna entrevista escasa. Pero también hay un gato hecho con una animación muy rudimentaria que representa a Chris Marker. Al comienzo la película llega incluso a reflexionar sobre sí misma, cuando vemos a Varda dirigir sobre una playa la puesta en escena de una serie de espejos en los que la veremos reflejada y que reproducen, según nos dice ella misma, la forma de lo que vamos a ver.

Si bien el objetivo es siempre muy claro (la autobiografía), Las playas de Agnes se parece por momentos a una confesión en primera persona y, por otros, a una reflexión sobre el cine mismo. Todo esto (y mucho más) cabe dentro de la figura de Varda, que no deja de presentársenos frente y detrás de cámara.
Dentro de todo esto, llegan pequeños momentos maravillosos, como cuando Harrison Ford recuerda que fue rechazado en un estudio como protagonista de una película de Demy porque consideraron que no tendría futuro dentro de la industria, la narración terriblemente conmovedora de los últimos momentos de Demy, el registro del cumpleaños número 80 de Varda, el pequeño paréntesis dedicado a la historia de amor de una pareja que siempre vivió junto a la playa.

Varda recorre los lugares en los que vivió, los espacios en los que filmó sus películas, el patio de su casa, su vida, su historia, la historia del cine, la historia de Francia. Siempre escuchamos su voz, su tono, su humor, su calidez. El gran personaje de esta película es ella, un personaje al que le creeríamos cualquier cosa.