Las insoladas

Crítica de Rodrigo Chavero - El Espectador Avezado

Nueva película de un director que nos gusta y mucho: Gustavo Taretto. Para quienes no estén familiarizados con ese nombre, basta saber que es su mirada es original, posee una particular manera de retratar lo citadino, desde sus cimientos mismos (con el universo físico claro y marcado). Explora la vida urbana y hace foco en las construcciones, paisajes y encuadres, como pocas veces se ha visto en el cine local. Su ópera prima,
"Medianeras", daba una idea de su talento y ahora ya sabemos que el mismo es reconocido, al repasar el lineup de protagonistas, muchas de ellas con gran exposición televisiva en este tiempo. "Las insoladas" es su nueva creación.
Un relato que reune a 6 amigas en la terraza de un edificio porteño, en un caluroso día (el 30 de diciembre) de 1995. Fresco de una época donde la dolarización regía la vida (y los actos) de la gente, las chicas se reunirán desde temprano a la mañana para tomar mucho sol para estar divinas esa noche. Tienen una coreografía que mostrar en un concurso de salsa y su jugoso premio estimula los ánimos para lograrlo.
Es un grupo, hay una tarea explícita (asarse al sol y dar los últimos toques a su participación en el evento de baile) y una implícita, que pasa por elaborar las ansiedades de las protagonistas en relación a sus angustias con los temas que las atraviesan: los hombres, el trabajo, su futuro individual y conjunto y sus sueños y ambiciones más secretas.
Taretto arma una estructura donde cada actriz tiene un perfil definido y juega su papel en función del juego colectivo, en forma eficiente. La terraza es el lugar donde las seis amigas (a saber, Marina Belatti, Elisa Carricajo, Luisana Lopilato, Carla Peterson, Violeta Urtizberea, y Maricel Álvarez) se irán alternando para ser centro de la escena y desplegar sus conflictos, pequeños y muy íntimos.
Las amigas se plantean que están siempre en el mismo lugar (y "todos se van"), por lo cual se proponen viajar en grupo a Cuba, el próximo año. Ese deseo, caro (incluso para aquella época), se instala como eje de la acción y en base a él, irán surgiendo ideas para conseguir el dinero necesario para llegar a esa paradisíaca isla. El ideal de la clase media viajera (como medio de realización personal), el ahorro y las cuotas para conseguir cualquier objetivo material, se unen a otros temas que el relato presenta, el fin del VHS y los cassettes, la aparición de la telefonía celular y la superficialidad del menemismo, en los años que gozaba de buena salud. Taretto ofrece junto a su fotógrafo (Leandro Martínez), un film atractivo, colorido donde se garantiza desde el primer momento un alto impacto visual.
Sin embargo, la lucidez en el tratamiento de la imagen no logra disimular carencias en el guión, que nunca logra cobrar vuelo y se pierde en diálogos con poca gracia y profundidad. Si bien cada protagonista tiene su espacio para lucimiento, pocas logran atrapar a la audiencia. El sol estalla en el cielo, pero la temperatura del film no lo refleja. Adolece de sintonía fina: en lugar de optar por desplegar interés y vibración en las crisis personales, con celos, locura, competencia y ambición, cada vez que una emoción aparece en el discurso de las chicas, se desinfla la presión, el conflicto se desactiva y vuelve todo a la medianía promedio del relato.
Quizás esa sea su mayor debilidad: la falta de agudeza y humor en los intercambios en su rico elenco.
"Las insoladas" es una película prolija y presentada en envase lujoso, pero que adolece de ese calor que la imagen intenta transmitir todo el tiempo. Los diálogos entre estas bellas mujeres noventosas no provee el salto de calidad esperable para el calibre de las intérpretes que posee. Entretiene, pero con un estilo que no logra cautivar.