Las insoladas

Crítica de Fernando Alvarez - Todo lo ve

Las chicas sólo quieren divertirse

Una terraza en pleno verano en la ciudad de Buenos Aires es el escenario elegido por el director Gustavo Taretto para desarrollar su segundo largometraje luego de la aplaudida "Medianeras".

En Las insoladas, seis amigas de personalidades contrastantes (Luisana Lopilato, Violeta Urtizberea. Marina Belati, Elisa Carricajo, Carla Peterson y Maricel Alvarez) van sumándose a esta actividad femenina por excelencia: broncearse. Y, como si fuera poco, lucir espléndidas para el concurso de salsa que otorga un premio de cinco mil dólares. Ellas también hablan de hombres y sueñan con un viaje a Cuba. Acá las chicas quieren divertirse, rotan de posición como lagartos al sol y esconden recelos y anhelos.

Ambientada a mediados de los años 90, en tiempos donde los cassettes se rebobinaban con una lapicera, las protagonistas siguen con su eterno ritual que sirve como excusa para pintar sus días con diferentes tonalidades. Y lo hacen a través de gags que parecen escritos especialmente para ser dichos por cada unas de las actrices.

El film (que intenta una pintura de época con una clase media lejana a la felicidad) está dividido por la hora y la temperatura de una extensa jornada de un sábado 30 de diciembre. Bronceadores, bikinis, confesiones íntimas (la escena de Urtizberea relatando su experiencia cercana al mundo de las peliculas porno) y charlas sobre los beneficios de las terapias alternativas ponen sobre la lona mitos, frivolidades y verdades del universo femenino.