La voz del silencio

Crítica de Yaki Nozdrin - Visión del cine

Se estrena La voz del silencio, la tercera película del director André Ristum (Mi país y El otro lado del paraíso). El film transita la vida de ocho habitantes de San Pablo.
A través de un montaje frenético al comienzo de la película, André Ristum presenta ocho personajes: una striper que sueña con ser cantante, un locutor de radio con una enfermedad terminal, una bailarina clásica que entra en coma, una señora mayor con problemas de alcoholismo, una madre soltera que no le presta suficiente atención a su hijo, un joven que trabaja en un call center, un hombre con múltiples trabajos (portero durante el día, cocinero durante la noche) y un empresario adicto al sexo y abusador.

Si bien parecen ser todas historias particulares (y en parte lo son), se relacionan entre sí. La joven striper es hija de la mujer alcohólica, quien a su vez es madre del joven que trabaja en el call center. El hombre con múltiples trabajos, vive en el mismo edificio que el locutor, quien es el padre de la mujer que presta poca atención a su hijo. El empresario, por su parte, es marido de la bailarina clásica. Además, aquellos que no tengan una relación directa también se cruzarán en algún punto.

Con la excusa de un eclipse de sangre como hilo conductor, Ristum logró unificar todas las historias de una manera natural. Los protagonistas parecen piezas de un rompecabezas que, poco a poco, van encajando entre sí, hasta finalmente dar forma a algo concreto. A pesar de esto, las historias particulares resultan inconclusas por momentos.

El eclipse de sangre también representa un punto de quiebre para cada protagonista. El cineasta presenta personajes que están atrapados en una monotonía que los consume día a día, hasta que este fenómeno natural rompe el esquema interno de cada uno de ellos. El eclipse indica un nuevo comienzo para que puedan liberarse de aquello que tanto los oprime.