La vida secreta de las mascotas 2

Crítica de Emiliano Fernández - Metacultura

Dilemas de la protección

En su nuevo largometraje, La Vida Secreta de tus Mascotas 2 (The Secret Life of Pets 2, 2019), secuela del film del 2016, Illumination se recupera de la fallida El Grinch (The Grinch, 2018) y regresa a un nivel cualitativo más cercano a la saga que comenzó con Mi Villano Favorito (Despicable Me, 2010) y a la misma película original de la hoy también franquicia: el estudio de animación, propiedad de Universal Pictures, suele combinar la obsesión con los colores pasteles de Pixar y el fetiche con el humor y las secuencias de acción de DreamWorks, amén de un clasicismo narrativo que remite a Disney aunque apostando a un sustrato más sardónico que permite un mayor número de ironías a nivel de los diálogos entre los personajes. Como casi todos los productos de la factoría, la propuesta no es una maravilla pero tampoco es mala porque consigue momentos aislados inspirados.

En primera instancia tenemos el viaje de Max (Patton Oswalt), un Jack Russell Terrier, junto a su amigo Duke (Eric Stonestreet), un gran Terranova, a una granja comandada por Rooster (Harrison Ford), un Perro Pastor Galés, que le enseñará a no ser tan sobreprotector con Liam (Henry Lynch), el pequeño hijo de la chica con la que vive, Katie (Ellie Kemper), quien asimismo recientemente se casó con Chuck (Pete Holmes); después está la misión de rescate del tigre albino Hu a cargo del conejo Snowball (Kevin Hart) y una Shih Tzu llamada Daisy (Tiffany Haddish), un dúo que se fija como objetivo salvar al felino de las garras del dueño malévolo de un circo, Sergei (Nick Kroll); y finalmente tenemos el intento de recobrar el juguete preferido de Max por parte de su vecina Gidget (Jenny Slate), una Pomerania que está enamorada de él y que lo extravió en un departamento lleno de gatos.

La trama especialmente resulta toda una rareza ya que esquiva el único hilo argumental estándar del mainstream y se anima a un relato coral -bastante ambicioso dentro del rubro infantil- con un fuerte dejo de los dibujos animados seriales de antaño, ahora explorando tres líneas narrativas que se desarrollan en simultáneo y terminan unificándose en el desenlace. En esta oportunidad Chris Renaud repite como director, aquel de Mi Villano Favorito, su primera continuación del 2013 y Lorax: En Busca de la Trúfula Perdida (The Lorax, 2012), y por suerte el guionista Brian Lynch también se mantiene firme controlando la historia para evitar que se pierda la esencia de la saga, vinculada al respeto por los animales y la construcción minuciosa de las características de cada personaje. Ahora bien, el que sí fue reemplazado fue Louis C.K., la voz de Max en el opus de 2016, por Oswalt debido a las denuncias de acoso sexual sobre el primero, acciones admitidas por él mismo.

Así como antes el núcleo conceptual era la necesidad de una tenencia responsable basada en el afecto y la consideración hacia el amigo animal, más allá de jugar con la idea de qué ocurre cuando los hombres abandonan sus viviendas y las mascotas se quedan solas, hoy el eje retórico son los dilemas varios de la protección, abarcando toda la sociedad y no sólo la relación entre los humanos y la fauna de la que gustan rodearse: Max viene a representar la faceta sobreprotectora fanática, incluido un tic nervioso por su preocupación con respecto a lo que le podría suceder a Liam en las muy agitadas calles de New York, después Snowball simboliza la disposición de ayudar al prójimo y Gidget la dialéctica de la responsabilidad, ahora enmarcada en que se comprometió ante su querido Max en eso de cuidar a su juguete para luego perderlo en medio de una fantasía romántica. La Vida Secreta de tus Mascotas 2 es un producto poco original pero digno e hilarante, sobre todo tratándose de una secuela…