La quise tanto

Crítica de Paraná Sendrós - Ámbito Financiero

Del amor y la felicidad esquiva, para ver en pareja

Ella está desconcertada. Su esposo la dejó por otra. Ella ahora está junto al suegro, hombre de apariencia fuerte. Llueve, él siente enojo, vergüenza, y algo más. Este hecho lo enfrenta a recuerdos que ahora afloran. Siente ganas de confesarle algo a la nuera: él también, hace tiempo, pudo haberse ido con otra. Y parece que todavía no sabe si hizo bien en quedarse.

¿Por qué un hombre se va con otra, o por qué se queda? Esa noche, refugiados en su casa de campo cerca de los Alpes, mientras los niños duermen el hombre empezará a contar su historia. Mira el fuego, va preparando el terreno, despierta la atención. La nuera lo escucha con sorpresa y creciente curiosidad. Se distrae de sus males escuchando algo que nunca había pensado. ¿Pero por qué justo ahora él necesita contarle todo eso?

Alguna vez él pisó los 40. Nunca fue lindo, pero todavía era joven, y su esposa ya parecía más vieja. En un lugar lejano, una traductora comercial, rubia, eficiente, de sonrisa franca, le clavó la mirada y le propuso algunos acuerdos muy razonables. Suele ocurrir, algo empieza por simple buena onda y se va volviendo un amor que dan ganas de vivirlo todo el día. ¿Qué se hace entonces? ¿De quién es la culpa? ¿Con qué derecho? ¿Qué esperanzas? ¿Qué enseñanzas? ¿Y qué seguridad de no repetir viejos errores sobre una nueva persona?

La historia tarda un poco en arrancar. Pero de a poco se va haciendo atrayente, y cuando aparece la rubia ya estamos atrapados. Y es toda una historia de amor, con todas sus delicias, molestias, agotamientos, reencuentros. Daniel Auteuil da clase de actuación, graduando la voz y los gestos según evoluciona su personaje. La rubia Marie-Josée Croze, actriz de raza, maneja el catálogo completo de las varias etapas que puede tener una mujer enamorada. Florence Loiret es nuestra representante para seguir la historia con la natural envidia y perturbación. Y Zabou Breitman dirige con mano suave y precisa ésta, su tercera película sobre la esquiva felicidad. Las anteriores fueron «Se souvenir des belles choses» y «Lhomme de sa vie». Unico reproche, hay más minutos penumbrosos de lo necesario.

El relato se inspira en la novela de Anna Gavalda editada en castellano como «La amaba». Según dicen, la guionista Agnés de Sacy, experta en relatos amorosos, hizo aquí una adaptación poco fiel, que reduce los diálogos suegro-nuera en beneficio de los encuentros señor casado-señorita con aspiraciones. Puede ser. Pero es un buen guión, incluso atento a cada uno de los involucrados en este tipo de historias, incluyendo hijos grandes (aunque esto último sólo de pasada). En resumen, hay mano, hay asuntos muy interesantes, e intérpretes muy buenos. Para ver en pareja.