La Pivellina

Crítica de Diego Batlle - Otros Cines

Todo por amor

Con muy buenos antecedentes como documentalistas (algo que se pudo comprobar en el foco que el BAFICI les dedicó en abril último) llegó el matrimonio entre la italiana Tizza Covi y el austríaco Rainer Frimmel a su debut en la ficción con La Pivellina.

Esta modestísima (“pivellina”) producción podría haber sido un desastre (si a uno le dijeran que se trata de la historia de unos artistas de un circo ambulante que crian a una niña de dos años abandonada por su madre en una plaza de un pueblo de las afueras de Roma inmediatamente pensarían en pintoresquismo + golpes bajos + sentimentalismo + melodrama barato). Nada de eso. La película es de una ternura, una vitalidad y una empatía nunca demagógica que la convierten en una pequeña gema.

Actores no profesionales (Patrizia Gerardi parece una nueva Anna Magnani), dos directores que se encargan de casi todos los rubros, cámara 16mm en mano, nada de música incidental y una combinación entre rigor artesanal, humanismo y observaciones pletóricas de sensibilidad en medio de esas casas rodantes hacen de La Pivellina una de las grandes sorpresas de los últimos tiempos.

PD 1: Nuestro amigo y colaborador catalán Manuel Yáñez Murillo escribió en OtrosCines.com que La Pivellina "se ubica en la línea del cine europeo de corte realista y centrado en la observación de las dinámicas sociales. Se trata de una historia que habría cautivado tanto a Vittorio de Sica como a Federico Fellini y que Covi y Frimmel filman a la manera de los hermanos Dardenne". Un concepto impecable para definir a estos neo-neorrealistas y al que me sumo.

PD 2: Quienes hayan visto durante el último BAFICI el documental Babooska (2005) descubrirán allí el germen de lo que luego Covi y Frimmel concretarían en La Pivellina.