La omisión

Crítica de Rolando Gallego - El Espectador Avezado

El sur. La nieve. Algunas changas permiten sobrevivir a los protagonistas de “La Omisión” (2018), dirigida por Sebastián Schajer, personajes vivos, errabundeantes, inestables, que intentan avanzar a pesar de todos los obstáculos que se les presentan. Paula (Sofía Brito) desea reunir dinero para progresar junto a su pareja e hija.
Su imposibilidad por aferrarse a un lugar en particular la hace transitar zonas oscuras, en las que siempre es ella la que toma decisiones anteponiendo la necesidad de progresar. Película con protagonista femenina fuerte, lo que no significa que su mirada sea condescendiente con ella, ni mucho menos femenina, la propuesta mantiene mecanismos narrativos que ejercen una lograda tensión in crescendo hacia la resolución final.
Cercana a un cine social y de denuncia, como bien podría ser el de los hermanos Jean Pierre y Luc Dardenne, un elemento importante de la propuesta es el eterno deambular de la protagonista y cómo a partir de allí la ubicación de la cámara y el punto de vista determinan todo.
Si bien Paula es quien dirigirá la atención del realizador, algunos momentos en los que la cámara “espía” potencian la idea de urgencia de la protagonista y de cada una de las situaciones que enfrenta, distraen momentáneamente. “La omisión” se enmarca dentro de una tradición del reciente cine independiente que bucea en los personajes a partir de algunos índices y tramas, corriendo el eje de la narración del texto para hablar más de contexto y la emergencia del personaje como un representante de algo más allá de él.
El director construye un film sólido, potente, que prefiere profundizar, a partir de una puesta visualmente impactante y una fotografía que realza la calidad de los escenarios naturales, en la mirada de la protagonista sin juzgarla.
Las decisiones que va tomando, como así también el tener todo el tiempo su objetivo delante de las contingencias, permiten, además, acompañar al personaje sin notar la transformación que tendrá al finalizar el film.
Por momentos su cercanía con los actores la ubican cercana al cine documental, aunque rápidamente el procedimiento se borra para avanzar en otros mecanismos que posibilitan una construcción sin eufemismos de personajes ambivalentes. Hay escenas incómodas, ásperas, rudas, que se condicen con las características que se nos presentan de Paula, un personaje que deambula dudando, por momentos, de sus propios deseos e impulsos.
Narrada en un tiempo apremiante, siempre los personajes dictan el avance o retroceso de la línea argumental. Y si bien termina cumpliendo con los tres momentos clásicos de la historia, hay mucho más que un conflicto, su presentación y resolución.