La odisea de los giles

Crítica de Catalina Dlugi - El portal de Catalina

Una película que lo tiene todo para ser el gran tanque nacional. Cuenta desde ya con esa categoría que solo muy pocos tienen: una película de Darin, así se la llamará popularmente, aunque el film reúne a un elenco de estrellas, a un talentoso director y un no menos exitoso escritor que convierte en guión a un best seller. ¿Que tiene esta película para atrapar al espectador? Una suma numerosa de buenos elementos. Primero un elenco que hace recordar el reunido en “Relatos salvajes”, un realizador como Sebastián  Borenzstein,  que demostró lo suyo en “Koblic” y “Un cuento chino”, que escribió el guión junto a Eduardo Sacheri,  el mismo de “El secreto de sus ojos”, que se baso en su exitosa “La noche de la usina”. El argumento tiene ecos tan familiares para los argentinos que han sido analizados desde puntos de vista políticos, olvidándose que el objetivo es entretener, pero con inteligencia. La película consigue, con sus influencias de comedia sociales de los años sesenta y setenta, con los elementos que exigen las películas de robos, las llamadas “heist movies” (heist significa atraco), un desarrollo, un entramado de personajes que los hace queribles, fáciles de identificar, funcionales al relato. Un sueño colectivo para mejorar un pueblo, donde participan desde la empresaria poderosa a una suerte de solitario anarquista, un hombre identificado con el ideario peronista, gente graciosa pero corta de entendimiento, una mujer inspiradora, un ex famoso jugador de futbol- de dimensión local-. Un grupo de giles, como la mayoría de nosotros, que comienza a practicar una sociedad de hecho, un sueño colectivo de  vuelo concreto. Ese sueño de pago chico choca con un villano que se aprovecha del famoso “corralito” y que no tiene mejor idea que guardar lo conseguido por la especulación bancaria y el dato para elegidos en una bóveda. No hay duda de los ecos que esas palabras y esos hechos tienen en la conciencia argentina.  Ni que el periodo histórico nos hizo sentir más giles que nunca, mientras unos pocos se reían tanto de nosotros. Montado en esa circunstancia la revancha tiene un sabor particular. Bien articuladas en el relato todas las situaciones, las emotivas, románticas, graciosas, las dudas, el ingenio, el suspenso, sirven para construir la aventura, el western criollo y sobre todo el goce del espectador. Luis Brandoni se luce mucho, Ricardo Darin y el Chino se entregan con talento, Verónica Llinas  esta magnífica, en presencia y en el recuerdo constante, Daniel Araoz, Rita Cortese, Carlos Belloso, Juan Antonio Caponi y siguen los nombres en un elenco perfecto.