La novia del desierto

Crítica de Paraná Sendrós - Ámbito Financiero

Un encuentro simple y delicioso

Una joyita, eso es esta obra de atrapante sencillez, humor y delicadeza. Básicamente, dos personajes. Una señora de perfil bajo, que en un lugar desconocido para ella pierde el ómnibus y el bolso. Y un vendedor ambulante, grandote, con su camioneta, dispuesto a ayudarla. Pequeño detalle: el tipo es simpático, pero medio sospechoso. De ella iremos sabiendo algunas cosas a través de sus recuerdos: la piecita, la cocina, el hijo de los patrones que vio crecer y quiso como a un hijo propio, las paredes que se van desnudando, el adiós al hogar, el viaje a un nuevo destino. De él, sospecharemos algunas cosas, en particular durante sus visitas a la casa de una mujer con niño, y al rancho de un viejo que guarda sus fotos como un tesoro.

La señora y el vendedor se conocen en los alrededores del santuario de la Difunta Correa. No vamos a contar lo que pasa, sólo que el desierto nunca parece inhóspito, y que la gente se va aflojando de a poco, pero tratándose de usted hasta lo último. También el espectador se va aflojando. Y sonríe con simpatía, se enternece, agradece, y pregunta por los artistas. Ella es Paulina García, la gran actriz chilena, actuando a cara lavada y sin teñirse las canas. El es Claudio Rissi en un papel inhabitual, muy comprador. Da gusto verlos juntos. Y da gusto ver el desierto, y conocer a dos nuevas autoras que llegan con larga experiencia como asistentes de dirección: Cecilia Atan y Valeria Pivato. Para investigar: hay parejas de realizadores, ¿pero hay parejas de realizadoras? ¿Y que además hagan algo tan agradable? Coproducción argentino-chilena con especial aporte sanjuanino, rodaje en Bella Vista, Vallecito, Talacasto y Ruta 20, canción final de Leo Sujatovich.