La luz entre los océanos

Crítica de Mauro Jacobo - Cinélico

Triste, triste, triste...

Esta película la vi en un avión yéndome de viaje junto a mi esposa... Si no quieren quedar deprimidos para todo el resto del recorrido y hacer fuerza para no llorar (mi mujer sí lloró mucho) delante de gente que no conocen y van viendo por ejemplo "El bebé de Bridget Jones", no se las recomiendo. ¡Qué triste por Dios!
Sin spoilear, "La luz entre los océanos" es un film que nos cuenta la deprimente historia de Tom Sherbourne (Michael Fassbender) e Isabel Greysmark (Alicia Vikander), una pareja perfecta, de esas que nos dan ganas a todos de estar enamorados, que por hechos engañosos de la vida y malas decisiones se cae por un agujero negro sin fin.
En primer lugar debo resaltar la labor de ambos protagonistas. La dupla hace un gran despliegue de actuación que sostiene toda la película.
Los momentos felices y los desgarradores tienen mucha fuerza por el talento que le pusieron. Sumo la interpretación de Rachel Weisz que siempre cumple y aporta calidad.
Por otro lado, la fotografía es espectacular, metiendo al espectador tanto en la belleza de Janus, la isla donde pasan juntos sus días Tom e Isabel, como en la soledad del lugar.
Lo que no me pareció tan bueno es justamente la esencia de la historia, que como si se tratara de un juego macabro de la vida decide arruinar a estas dos personas buenas en esencia. Esto viene de la novela de M.L. Stedman por lo cual no sería justo echarle la culpa al film, pero es un poco forzado el timing del nudo de la historia y la manera en que las malas decisiones se apoderan de nuestra pareja protagonista. Es una historia diseñada para patear y trompear el corazón sin razón aparente. Es exagerada en mi opinión. Los golpes bajos están un poco controlados pero presentes durante la mayor parte del metraje.
Es una película triste, con algunos mensajes fuertes sobre la moralidad y la capacidad de sanación del amor. A los espectadores sensibles les va a gustar bastante, pero a los que son un poco más duros les puede llegar a chocar la búsqueda constante de la emoción.