La luz entre los océanos

Crítica de Diego Batlle - Otros Cines

En la síntesis brutal que exigen los 140 caracteres de un tweet el otro día escribía que La luz entre los océanos “pudo ser un Terence Davies y termina siendo un Nicholas Sparks”. Las referencias al director de Sunset Song y A Quiet Passion no son las únicas posibles en esta transposición de la novela escrita en 2012 por M.L. Stedman y ambientada en las postrimerías de la Primera Guerra Mundial, ya que también hay algo de David Lean, Ingmar Bergman o Douglas Sirk.

Derek Cianfrance siempre se mostró como un cultor del melodrama romántico recargado, pero en este caso se aleja de todo tipo de riesgo para cultivar un film donde todo luce demasiado cuidado, prolijo: una película de qualité, académica, un ejercicio de estilo con intérpretes de primera línea, una reconstrucción de época y un acabado técnico/estético muy virtuoso (la escena de la tormenta es imponente), pero que genera una sensación que -quiero creer- es la opuesta a la buscada: distanciamiento, frialdad y hasta cierta irritación y hastío. Como espectador, uno terminaba pidiendo algo menos de contención y un poco más de desmesura.

Tom Sherbourne (Michael Fassbender), un ex héroe de guerra australiano, se casa con Isabel (Alicia Vikander) y ambos se van a vivir a una remota isla donde él está a cargo de un faro. Ella pierde uno, dos embarazos y, cuando una bebé aparece vivo en un bote, deciden quedárselo y hacerlo pasar como hija propia. La niña crece bella y sana, pero la culpa sigue carcomiendo al protagonista, que termina incriminándose. La chica va a manos de su verdadera madre (Rachel Weisz), pero allí es donde los dilemas morales se ramifican más de lo debido.

Por momentos estamos en el terreno del culebrón cursi, pero -claro- revestido del prestigio de un director y unos intérpretes de renombre. Las imágenes rodadas en locaciones de Nueva Zelanda son bellísimas (propias de tarjeta postal), los actores usan sus técnicas para sufrir y llorar, los personajes se escriben cartas y se sacrifican, pero la película se acaba y hay poco para rescatar y recordar.