La larga noche de Francisco Sanctis

Crítica de Hernán Khatchadourian - Diario Popular

La adaptación de la novela homónima de Humberto Constantini llega a los cines luego de su exitoso paso por el Bafici y otros festivales internacionales

El film ganador del premio en la última edición del Bafici, La Larga Noche de Francisco Sanctis, llega a los cines locales luego de su paso por varios festivales internacionales en los que ha cosechado varias menciones.
La película, basada en la novela homónica de Humberto Constantini se centra en la figura de Francisco Sanctis, un gris empleado de un mayorista, con un oculto pasado militante, que sobrevive como puede a los vaivenes de la vida diaria durante la última dictadura militar,
Corre 1977, y Francisco recibe en su trabajo un llamado de una ex compañera de universidad que, con la excusa de pedirle permiso para publicar un poema, le da una información que no sólo pone sus vidas en peligro sino que lo lleva a entrar en la dicotomía entre continuar con su oscura vida diaria o salvar a dos personas de ser abducidas por las fuerzas militares.
Desde ese momento, la vida de Sanctis se transforma radicalmente y ahí es donde el film, ópera prima de Andrea Testa y Francisco Marquez toma impulso y se lanza en una carrera contra el tiempo por los oscuros barrios de la noche porteña.

El actor Diego Velázquez, que en los últimos tiempos ha cobrado una importante notoriedad a raíz de sus excelentes protagónicos en diversas obras como la película Kryptonita o la serie Los Siete Locos y los Lanzallamas, sube la apuesta con su nueva criatura y logra un trabajo que vale la pena verse por sí mismo, más allá de los logros del filme.
Su Francisco Sanctis sufre una transformación total durante los escasos 72 minutos que dura la obra y Velázquez los aprovecha segundo a segundo para ostentar un dominio de la caracterización realmente envidiable.
Pero además, la película se sostiene también por una realización técnica impecable que no sólo logra recrear la época a la perfección y con recursos tan escasos como efectivos, sino que también sostiene la tensión de principio a fin de una manera impecable.
La forma en que la cámara va relatando las peripecias del protagonista se sustenta principalmente en planos cerrados que no sólo denotan la sensación opresiva de la situación que vive Sanctis sino que también mantiene alerta al espectador al no poder ver lo que sucede más allá de la imagen del actor.
La Larga Noche de Francisco Sanctis, entonces, viene a refrescar ese viejo refrán que dice "lo bueno, si breve, dos veces bueno".