La hermana de Mozart

Crítica de Jessica Johanna - Visión del cine

Historia y algo de ficción se mezclan en esta película enfocada en la desconocida figura que acompañó al músico durante su vida, la de su hermana mayor.

Película que data del 2010 y dirigida por René Féret, La hermana de Mozart plasma a la familia del músico en algunos de sus recorridos llevando la música del pequeño dotado. Pero mientras los ojos del padre y del público se posan sobre este niño egocéntrico y caprichoso, su hermana mayor quiere tocar el violín o componer canciones y no se lo permiten. Porque no está bien que una mujer haga esas cosas.

“Imagínate si ambas hubiéramos sido varones. Seríamos nuestros hermanos. Tú reinarías sobre tus creaciones y yo sobre los hombres”, le dice una de las hijas del rey con la que ella hace buenas migas al quedarse en la abadía donde las tienen escondidas en una reflexión casi final, pero que está presente desde el momento en que su padre le dice que deje de tocar el violín.

Vestuario y escenografía se destacan en este drama de época, pero quien realmente se luce es su protagonista, Marie Féret. Un personaje que observa pero no siempre calla, que siente la música y quiere hacerla suya pero a quien le cierran las puertas. 14 años le edad le alcanzan a Nannerl para saber que no es como las demás chicas, y preguntarse qué hombre quisiera casarse con ella.

El personaje del reconocido músico está relegado a un plano más que secundario, aunque la leyenda final enfatiza en la relación de hermanos que ambos siempre tuvieron, pero éste no termina de reflejar.