La guerra silenciosa

Crítica de Pablo O. Scholz - Clarín

El de Stéphane Brizé es un cine de carácter social. El director de El precio de un hombre es ducho a la hora de rodar, cámara en mano, las vicisitudes de los trabajadores. Tal vez no sea tan anticapitalista ni tenga el humor de un Ken Loach o el vuelo poético de los hermanos Dardenne, y se parezca a su colega Laurent Cantet en Recursos humanos, pero es igualmente riguroso.

La guerra silenciosa se centra en los empleados de una empresa alemana de autopartes que decide cerrar una fábrica en Agen, luego de comprometerse hacía dos años a mantener los puestos de trabajo, aunque eso significara a los empleados perder bonos y sufrir algunas rebajas salariales.

El filme, o la cámara en mano, con ese espíritu cuasi documentalista, entonces, sigue a los huelguistas, que poco a poco empiezan a tener su propia grieta. Esto sucede cuando la empresa comienza a fogonear algún tipo de arreglo: mientras algunos siguen a Eric Laurent, un líder sindical íntegro, no quieren saber nada y se mantienen firmes en su posición, porque saben que bajar la cabeza les significará a la larga peores condiciones de vida, hay otros que optan por tomar algunos euros ante la necesidad imperiosa de sobrevivir.

Tal vez como parámetro y, a la vez, diferencia, no se presenta la vida privada del personaje que interpreta Vincent Lindon (el único actor profesional del elenco, ya que los obreros son obreros, los patrones son patrones, y así) como en El precio de un hombre. Poco se sabe de él, porque Brizé prefiere insistir con el desarrollo del conflicto sindical, teniendo como base las charlas internas y con los delegados de la empresa, y alejarse, si cabe el término de lo individual.

Y como si lo general estuviera por encima de lo personal.

Pero es sobre las espaldas de Lindon donde recae el peso de la historia. Como siempre, el protagonista de Rodin y Une affaire d’amour está estupendo, tiene ese halo de credibilidad en su mirada, en su dicción, y aunque la película está plagada de diálogos (debe ser el filme con mayor cantidad de palabras por minuto del cine francés) el actor saca adelante el relato, de una actualidad universal.