La guerra silenciosa

Crítica de Catalina Dlugi - El portal de Catalina

Un film de ficción realizado durante buena parte de su metraje con la impronta de un documental con el lenguaje de los noticieros a los que estamos habituados, con la urgencia de los reclamos gremiales que generalmente son reflejados cuando se llega al enfrentamiento con las fuerzas del orden, en doloroso momentos. Pero lo que se propone Stephane Brizé (“El precio de un hombre”) otra vez con el talentoso Vincent Lindon en el centro de una acción coral con actores no profesionales, muchos de ellos protagonistas de luchas sindicales similares al film, es mostrar todo el proceso actual de las relaciones entre las fuerzas del trabajo y la mentalidad empresaria de la pura rentabilidad, los largos procesos de tires y aflojes de la relación, la mirada social y la tecnócrata del mundo que nos toca vivir. En una fábrica francesa de autopartes, con sede central en Alemania, ante una crisis se llega a una acuerdo con los sindicatos, los obreros trabajaran   horas gratis, y se quedan sin otros beneficios, a cambio de que la empresa les garantice al menos cinco años de permanencia en el lugar. Pero a los dos años llega la noticia del cierre de la planta. Para unos la desesperación de saber que no encontrarán otro trabajo en la región, y además el incumplimiento de lo acordado. El estado con su mediación que busca no enemistarse con ninguna de las partes.  Los empresarios con sus soluciones tecnicistas. Los sindicalistas peleándose entre sí. Todo está mostrado con una intensidad que emociona y tiene una actualidad tan de nuestros días que provoca no poca sensación angustiosa. Un sorprendente realismo, con escenas multitudinarias y de mucha acción frente a otras, a veces un tanto extendidas, sobre las discusiones internas de las distintas corrientes, la tentación de una indemnización más abultada, los brotes violentos, y un final sorprendente de dimensión  épica.