La gran aventura LEGO 2

Crítica de Pablo O. Scholz - Clarín

Cuando se estrenó La gran aventura Lego (2014) la combinación de sofisticación y cinismo acerca del sistema de vida americano, lo desopilante de las situaciones y los logrados gags convirtieron a Phil Lord y Christopher Miller en las figuritas que en Hollywood todos querían tener.

La dupla abandonó a su suerte la secuela de Lego (coparticiparon como guionistas y productores), pero dejaron al mando a Mike Mitchell (Shrek para siempre; Trolls), ya que Lucasfilm y Disney los tentaron para Han Solo, el spin-off de Star Wars. Ya sabemos lo que sucedió: filmaron cerca del 75%, y los echaron del proyecto.

Así, se quedaron casi sin el pan y sin la torta. Dicho de otra manera: ni Han Solo ni La gran aventura Lego 2 son enteramente sus creaciones, con lo cual no puede echárseles la culpa o elogiarlos en un ciento por ciento por los resultados.

Todo el desparpajo de Emmet, el muñequito Lego que era constructor y vivía casi en un mundo de fantasía, donde el hit Todo es maravilloso era su leitmotiv, y su relación con Lucy y otros personajes (difícil llamarlos amigos, porque Emmet, muy a pesar suyo, casi no los tenía) salta en esta secuela al espacio exterior. Pero en vez de estar en un planeta lejano podría ser en la Tierra, que es lo mismo.

Cinco años después, el ambiente es postapocalíptico, casi a lo Mad Max. Y llegan unos alienígenas con voces de bebé a invadir, se llevan a cinco muñequitos (entre ellos, a Batman) y Emmet parte al rescate.

Para quienes vieron la primera, que Emmet se ponga en personaje de héroe saben lo que significa. Y para los que no, se dan cuenta de inmediato que el eterno niño/adolescente deberá madurar (o no) para lograr su objetivo.

Pero en La gran aventura Lego 2 es como si la chispa no hiciera siempre contacto.

Hay referencias a la Liga de la Justicia, a DC Comics y a su rival Marvel, a Bruce Willis y un par de chistes orientados más al público adulto. Lo cierto es que ese clima entre zumbón y de alegría y entretenimiento continuo que ofrecía la primera Lego, aquí no está.

No siempre es todo maravilloso, como dice ahora la nueva canción. Tan cierto como desalentador.

Vayan a las funciones subtituladas si quieren escuchar a Chris Pratt y Elizabeth Banks, y no sufrir con las traducciones de los chistes: hay muchos juegos de palabras que conviene disfrutar como fueron pensados en el original, y no cambiados por otros por una cuestión idiomática.