La fiesta de las salchichas

Crítica de Adrián Kaplan Krep - A Sala Llena

La Fiesta de las Salchichas (Sausage Party, 2016) es Toy Story con drogas, sexo y muchas, muchas malas palabras. La película es, según el INCAA, apta para mayores de 13. Tanto en los carteles publicitarios como la misma distribuidora en un comunicado se encargan de aclarar que la película es para mayores de 18.

Ahora bien, ¿por qué decimos que es la versión retorcida y para adultos de Toy Story? Porque la comida tiene vida. A diferencia de su par infantil, los productos comestibles no tienen que preocuparse por charlar, gritar e insultarse de forma descarada frente a los humanos porque éstos no los ven ni oyen. Todo pasa en otro plano. Claro que ese plano se puede romper con una simple dosis de heroína. Y en esa otra realidad es que transcurre la vida de la comida. Todos viven en un supermercado, felices de estar vivos y de compartir esa felicidad con los otros. El supermercado es su casa y los humanos que compran son dioses. O al menos ellos los ven así, ya que eligen un producto, pongamos por caso una mostaza, y todos los demás festejan porque “fue elegido por los dioses para ir ‘a El Más Allá’”. El Más Allá es lo que llaman a eso que ellos desconocen por estar fuera del supermercado y que es, básicamente, el mundo. En este supermercado es que están Frank (Seth Rogen) -una salchicha metida en su paquete junto al resto- y en la misma góndola pero enfrentados están las pan de pancho -que son todas mujeres- con Brenda (Kristen Wiig). Frank y Brenda están enamorados. Cada uno dentro de su respectivo paquete se desean. Esperan con ansias ser elegidos juntos por los dioses para irse de ese supermercado, cruzar la puerta que lleva hacia El Más Allá, salir del paquete y poder estar juntos de una vez y para siempre. De hecho, eso pasa y allí van, los dos. Claro que cuando llegan a la casa se dan cuenta de que no todo es lo que parece: los humanos acribillan sin piedad a la comida. La cortan en pedacitos con grandes y afilados cuchillos. Ellos ven cómo sus amigos y hermanos mueren hervidos, asados, masticados y cortados por estos supuestos dioses. Hay aquí una especie de analogía un poco burda (tampoco le podemos pedir mucho más a esta película…) con la religión -no importa cuál- y con la relación que se tiene con lo que se cree y se desconoce. O sea, hay algo que se impone: la creencia de que al pasar la puerta del supermercado todo es felicidad. La fe ciega en este hecho es el motor de la película. Los personajes deciden a partir de esto. Tanto los que ya saben la verdad y deciden escaparse y volver al supermercado para advertir a los demás de que vivieron toda la vida bajo el manto de una mentira y los que se resignan. Todo es una gran analogía. Burda, pero analogía al fin. Pasado este punto la película es previsible, pero eso no quita su validez. Con escenas de sexo que rozan por momentos lo pornográfico, la historia se sostiene hasta el final y uno termina con una sonrisa dibujada en su rostro.

Desde Freaks & Geeks y Virgen a los 40 (The 40-Year-Old Virgin, 2005), la llamada “Nueva Comedia Americana” pasó por muchas etapas y altibajos. La Fiesta de las Salchichas recupera ese espíritu salvaje de Pinaple Express (2008) o Este es el Fin (This is the End, 2013), y le pega una vuelta, ya que las posibilidades que da la animación son infinitas comparadas con el cine tradicional.