La fiera y la fiesta

Crítica de María Bertoni - Espectadores

El rol protagónico acordado a Geraldine Chaplin, las actuaciones secundarias del actor alemán Udo Kier y del cineasta colombiano Luis Ospina, la exhibición en la sección Panorama del 69° Festival de Berlín constituyen tres razones atendibles para mirar La fiera y la bestia. Asimismo, corresponde advertir que la película de la dominicana Laura Amelia Guzmán y del mexicano Israel Cárdenas puede resultar críptica para quienes desconocen a su musa inspiradora: el realizador –también dominicano– Jean-Louis Jorge, asesinado, a sus tempranos 53 años, el 13 de marzo de 2000.

Otra aclaración necesaria: la integrante femenina de la dupla autoral es sobrina de este productor televisivo y cineasta olvidado, incluso en su país natal. A contramano de quienes entienden que los documentales y las biopics combaten con mejores armas la desmemoria colectiva, Guzmán y Cárdenas prefirieron imaginar una ficción habitada por el espíritu creativo del homenajeado.

En la pantalla, Chaplin encarna a los realizadores cuando interpreta a la directora de un musical in memoriam, condicionado por vínculos afectivos tan históricos como ineludibles. La fiera y la bestia se convierte entonces en crónica del rodaje de este tributo que recrea la estética y sensualidad (incluso retoma algunos fotogramas) de La serpiente de la luna de los piratas y de Mélodrame.

Por razones obvias, la película seduce más a la porción de público que conoce –o a aquélla que antes de verla investigó– la trayectoria de Jorge. Sin esa información, la propuesta de Guzmán y Cárdenas resulta una experiencia onírica con fuerte impronta vampírica, que invita a reflexionar sobre la siempre trabajosa realización cinematográfica y sobre el paso del tiempo y sus principales expresiones: la memoria, el (o los) olvido(s), el envejecimiento, la muerte.

Por momentos resulta difícil lidiar con las actuaciones de algunos integrantes del elenco. Pero también es cierto que las limitaciones interpretativas que atentan contra la ilusión espiritual y espiritista le rinden honores a ese cine de clase B que Jorge fabricó contra viento y marea.

Seguro, La fiera y la bestia gustará sobre todo a quienes conozcan o estén dispuestos a (re)descubrir el espíritu creativo del también autor de Cuando un amor se va. Quizás otro tipo de público habría preferido (re)encontrarlo en una biopic o, mejor todavía, en algún documental.