La esencia del amor

Crítica de Diego Ávalos - A Sala Llena

La Esencia del Amor cuenta la historia de Arthur (Terence Stamp) y Marion (Vanessa Redgrave), un matrimonio inglés de la tercera edad. Arthur es quejoso, serio y poco demostrativo. Pero ama a su esposa, una mujer alegre y cariñosa. Pese a lo opuestos que son, o quizás por eso mismo, Marion y Arthur se aman. Ella encuentra en él la seguridad, “mi roca”, lo llama. Él encuentra en ella el calor que tanto necesita. Marion sufre de un cáncer que la tiene en sillas de ruedas. Arthur la baña, la asiste, la cuida. Incluso la lleva hasta la puerta del club de canto para ancianos del que Marion tanto disfruta, a pesar de que para él es tan solo un conjunto de viejos a los que les gusta hacer el ridículo. Cuando llega la noticia de que a Marion le quedan pocos meses de vida, Arthur decide acompañar en sus últimos sueños a su esposa aunque eso signifique tragarse su orgullo y formar parte de un ridículo y encantador coro de ancianos amantes del rock and roll.

La Esencia del Amor está dentro de ese conjunto de comedias dramáticas que tratan de manera tierna y humorística los últimos años de sus personajes principales. Estas películas suelen funcionar por combinación extrema: un amor adolescente entre dos viejos en nuestra Elsa y Fred, ancianos con una vitalidad sobrenatural en Cocoon, una familia ensamblada en la francesa ¿Y si vivimos todos juntos? Es lo mismo que sostenía la Up de Pixar: a cualquier edad es posible iniciar un camino hacia la aventura, es decir, a la transformación, al abandono de la adolescencia espiritual. Películas como estas suelen ser despreciadas por los cultores del cine “serio” y amadas por el público mayor -y no tanto- que puede identificarse con la historia de sus personajes. Es en la sinceridad de sus pretensiones donde estas películas se destacan.

Tenemos un cuento clásico, bien armado, mejor actuado, con momentos de risas y otros de lágrimas. ¿Compran? ¿O acaso prefieren algo similar pero más “culturoso”? Pinchemos un poco. ¿Por qué será que el retrato en extremo realista de un matrimonio anciano donde ella tiene cáncer y él la cuida con profundo amor es bueno por su tono crudo, ascético y sombrío? ¿Desde cuándo el cine es el arte de la realidad? ¿Desde cuándo el tono grave eleva una historia? ¿Será acaso que las lágrimas de culebrón valen menos que las del drama burgués? Es cierto, el cine es más que su historia, es también su puesta en escena. Recomendamos entonces prestar atención al uso del color amarillo, la centralización del plano para ciertos momentos claves, y la recurrente utilización del sol como elemento simbólico. No hay que juzgar un libro por su tapa, dice la canción. La Esencia del Amor tiene aciertos narrativos y compositivos pero prefiere asegurarse que pasemos un momento de pura emotividad. Semejante bocanada de vida en un mundo tan inteligente, ¿no es para agradecer?