La culpa

Crítica de Laura Pacheco Mora - CineFreaks

Todo transcurre en una locación interior; lo que sucede en exteriores, nos lo imaginamos. El verdadero suspenso regresó a la pantalla grande en un magnífico ejemplo de cómo respetar y no subestimar al espectador. Cuando no podemos ver toda la película, tenemos que inventar; ésta es la propuesta de The Guilty en el que creamos diferentes imágenes al ver y sobre todo… al escuchar.

Den skyldige (2018) es un thriller psicológico y de suspenso, en el que Asger Holm (Jakob Cedergren) un policía suspendido de la tarea de patrullaje en las calles se encuentra atendiendo la Central de Emergencias. Su tercer llamado es el de Iben (Jessica Dinnage), de quien sólo vamos a escuchar su voz, pero sentiremos que la conocemos a través de su relato y el tono de su voz. La mujer está siendo víctima de un secuestro. La línea se corta abruptamente y Asger sólo puede confiar en su intuición, imaginación, inteligencia, sensibilidad y su teléfono para ayudarla, a la vez que debe lidiar con la burocracia del sistema, la hipocresía de colegas y el tiempo que es crucial. A partir de este caso, el protagonista logra transformarse, lo cual indica que nosotros también podemos hacerlo.

El director y co-guionista danés Gustav Möller logró un trabajo ejemplar, es obvio que conoce y sabe de lo que está hablando y resulta notable el trabajo de investigación y el compromiso de su parte y de todo el equipo para atrapar al espectador de comienzo a fin. Consiguió un impactante thriller que ofrece a cada espectador una experiencia propia. Con respecto al impecable trabajo de guion, cabe destacar que recibimos información al mismo tiempo que el protagonista; es por eso que resulta tan real y convincente, vivimos esta dramática experiencia junto a él. Lo interesante es que esa información fluctúa, cambiando las imágenes que teníamos del entorno en nuestra mente. El sonido es completamente esencial, crea un universo de cine y entorno realista. El actor Jakob Cedergren interpreta de manera brillante a un astuto y contenedor policía que está impaciente por algo, sabe manejar situaciones límites y, por sus ojos, podemos presumir que esconde un secreto; al mismo tiempo que representa un portal para el espectador, realmente cree en cada diálogo y las llamadas que escuchamos son de carácter real. Su personaje nos brinda pistas: mira sus manos con detenimiento totalmente abstraído, también cuando observa cómo se diluye un antiácido en un vaso de agua… sólo lo acompaña el silencio, tiene una curita en un dedo, utiliza una pelota antiestrés, entre otras. La iluminación es una protagonista más, contribuye al suspenso y a la sensación de peligro, explotando nuestras propias visiones de lo que ocurre en el exterior.

Un film tan real como la naturaleza, con pocos recursos excelentemente aprovechados, con gran conocimiento de cine y del manejo del silencio, logra trasladarnos al exterior, conocer personas, sus casas y no solamente sus voces, y participar del film en el que cada espectador es libre de obtener sus propias imágenes de la historia, pasar por diferentes emociones y encontrarnos con nuestros prejuicios. Esa fue la intención del director y lo logró con éxito.